(Por: Rafael Dupouy Gómez)
Juan Belmonte García. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Artículo
publicado el 8 de abril de 2012 con motivo del 50 Aniversario de su
fallecimiento.
El 8
de abril de 2012, se cumplen 50 años de la muerte del maestro Juan Belmonte
García, uno de los matadores de toros más grandes de la historia del toreo.
He
querido dedicarle estas líneas como recuerdo por la gran amistad que tuvo con
mi familia, muy especialmente, con mi bisabuelo, el Benemérito General Juan
Vicente Gómez, quien fuera Presidente de la República de Venezuela y sus hijos
Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez.
JUAN BELMONTE EN VENEZUELA
Juan Belmonte vino a Caracas (Venezuela) el 5
de marzo de 1918, después de haber desembarcado del vapor “Montserrat” en
Puerto Cabello (Edo. Carabobo). A Caracas arribó en horas de la noche, siendo
recibido por numeroso público que conocía su fama de gran figura del toreo.
Juan Belmonte, pasó tres meses viviendo en
Maracay en casa de Alí Gómez, hijo del Gral. Juan Vicente Gómez, en ese lugar empezó
la gran amistad del famoso torero con el Presidente de la República de
Venezuela.
El “Pasmo de Triana” vino a Venezuela para
torear cuatro corridas de toros en el Circo Metropolitano de Caracas,
contratado por el empresario venezolano Eloy Pérez.
El 8 de marzo de 1918, Belmonte visitó las
instalaciones donde se estaba construyendo el Nuevo Circo de Caracas que sería
inaugurado, posteriormente, el 26 de enero de 1919.
Juan Belmonte debutó el 10 de marzo de 1918 en
compañía del diestro sevillano Rufino San Vicente “Chiquito de Begoña” ante toros
de la ganadería del Gral. Juan Vicente Gómez, de Mariara. Belmonte trajo como
su peón de confianza a Manuel García López “Maera”, que, posteriormente, se
haría matador de toros. Esa corrida no fue muy exitosa por la dificultad que
presentó el ganado para los toreros.
El martes 19 de marzo de 1918, día de San
José, Belmonte ejecutó una magnífica faena en el Circo Metropolitano de Caracas,
repitiendo otra tarde triunfal el día 31 de marzo de 1918 en su beneficio,
matando cuatro toros. Con él alternaron los diestros José Corzo “Corcito” y
Antonio Abao “Abaíto”, lidiando un toro cada uno.
El empresario Eloy M. Pérez aprovechando el
retardo del barco en el que se iba Belmonte, debido a los problemas de la
Primera Guerra Mundial, le propuso a éste una última corrida a beneficio del
público. Belmonte aceptó, firmando por una cantidad menor. Hubo grandes rebajas
en los precios de las entradas para el público que acudió al Circo
Metropolitano de Caracas para presenciar la despedida de Belmonte en Venezuela.
Los aficionados que asistieron a la corrida presenciaron el buen toreo del “Pasmo
de Triana”, demostrando su calidad de auténtica figura de la fiesta nacional
española.
Mi abuelo Florencio Gómez Núñez, recordaba su
impresión al verle torear por primera vez: “Yo
lo pude ver en dos oportunidades, en dos fincas de papá, el Gral. Juan Vicente
Gómez. Belmonte quería que papá lo viera torear en la finca “Casupito” (Edo. Aragua)
y también en la finca “Bucarito” cerca del Central Tacarigua (Edo. Carabobo). Allí
se le apartaban toros criollos y papá lo veía torear. Era un fenómeno
indiscutiblemente. Conocí también a su descubridor, José María
Calderón, cuando vino a la inauguración de la Maestranza de Maracay, el 20 de
enero de 1933. Fue una persona con una gran visión, porque como mentor y
director de Belmonte, pudo notar las cualidades de torero grande que poseía”.
Juan Belmonte, cuando comenzó a torear se
salió de todas las normas del toreo y fue un verdadero revolucionario. Rivalizó
con “Joselito” en la considerada época de oro del toreo. Decían que lo fueran a
ver pronto porque lo iba a matar un toro. El célebre matador de toros Rafael
Guerra “Guerrita” fue el que dijo: “quién
quiera verlo, que se dé prisa”. Afortunadamente, no lo mató un toro, pero
falleció trágicamente después, quitándose la vida en su finca “Gómez Cardeña”.
Belmonte, estableció una forma y estilo de
interpretar el toreo que rompió todos los moldes tradicionales. Dominaba a
todos los toros y se arrimaba hasta más no poder, en unos terrenos
prácticamente imposibles de creer. Se quedaba quieto, con una tranquilidad
pasmosa a escasa distancia de los pitones de sus enemigos. Su característica
media verónica al rematar con el capote, era su firma de torero grande y magnífico.
Con la muleta lograba someter a los toros y los obligaba a pasar por donde él
quería. Su pase natural era excepcional.
BELMONTE CONTRAJO MATRIMONIO POR PODER
EN VENEZUELA
Juan Belmonte estando en Caracas en el año
1918, contrajo matrimonio por poder con doña Julia Cossío, dama de muy buena
familia del Perú. Belmonte tuvo muchas dificultades para regresar a su patria
por la guerra europea, porque no salían los barcos. No hallaba cómo irse y él
se quería encontrar en Panamá con su esposa que lo esperaba, así que el General
Juan Vicente Gómez, le ofreció un buque de guerra de Venezuela, para que lo
trasladara hasta Panamá.
Entre
mi bisabuelo, el General Juan Vicente Gómez y Juan Belmonte existió siempre una
gran amistad. Hasta el escritor sevillano Manuel Cháves Nogales, convenció al
“Pasmo de Triana” para escribir su excelente biografía “Juan Belmonte, Matador de Toros; su vida y hazañas”. En su libro,
Belmonte dedica un capítulo completo al General Gómez, relatando cómo lo
conoció y comenzó su gran amistad con él.
Juan Belmonte contaba, entre otras cosas, en
el capítulo XIX dedicado al Gral. Juan Vicente Gómez, lo siguiente:
“Al
llegar a Venezuela desembarcamos en Puerto Cabello, donde nos esperaban dos
automóviles enviados por uno de los hijos del Presidente de la República,
General Gómez, para llevarnos directamente a una finca suya de Maracay, y
evitarnos así el tener que dar la vuelta por La Guaira y Caracas.
En la
finca del General Juan Vicente Gómez nos recibieron dos hijos suyos, fuertes
mocetones, muy aficionados a los toros y a las faenas ganaderas, los cuales
habían preparado una original bienvenida a los toreros españoles.
Cuando
los automóviles en que íbamos llegaban a la finca, vimos a uno de los hijos del
General, jinete en un soberbio caballo, correr por el campo acosando a un
novillo; iban a carrera abierta la res y el caballo, cuando el jinete, haciendo
una habilísima maniobra, cogió por la penca del rabo al novillo, y con una
destreza y una fuerza sorprendentes lo volteó en el aire. Fue una bellísima
escena campera, que nos deslumbró.
Juan
Vicente Gómez, riquísimo hacendado, General y Presidente de la República de
Venezuela, me tomó pronto un gran afecto. Amante del campo y de la ganadería,
le gustaba verme bregando con las reses en su finca. Allí se pasaba los días
contemplando cómo sus hijos y yo toreábamos y corríamos a caballo. No iba casi
nunca a la capital. Yo tampoco iba más que los sábados, para torear el domingo
y volverme a la dehesa con el General y sus hijos.
En
aquella residencia campestre del Presidente de la República no había ninguna
etiqueta. El viejo andaba por la casona como cualquier hacendado andaluz por su
cortijo. A veces venían de Caracas los Ministros y los altos funcionarios para
despachar con el General, y se lo encontraban entregado a las faenas del campo,
como un manijero cualquiera”.
Curiosamente,
en el documental titulado “El Toreo de
Joselito y Belmonte”, transmitido por la Televisión Española (TVE), aparece
el “Pasmo de Triana” leyendo con añoranza el libro “Mi Compadre”, del escritor colombiano Fernando González. Juan
Belmonte lo tenía, porque en ese libro se narraban importantes aspectos de la
vida de su amigo, el General Juan Vicente Gómez, como Presidente de la
República de Venezuela. En el documental, se puede observar a Belmonte leyendo
el libro y se aprecia en la portada la imagen del General Gómez.
Juan Belmonte leyendo el libro “Mi
Compadre”, sobre la vida del Gral. Juan Vicente Gómez, del célebre escritor
colombiano Fernando González. Fotografía tomada del documental “El toreo de
Joselito y Belmonte” transmitido por TVE. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Mi abuelo Florencio Gómez Núñez, me contaba
que Belmonte fue un hombre que se rodeó de muchos intelectuales de su época. Apreciaba
la lectura, no hablaba mucho, pero era un hombre festivo, muy agradable, un
poco gago, tenía esa pequeña dificultad para hablar que se le notaba. Le
llamaban “El Chepa”, por ser un poco desproporcionado físicamente, fuera del
toro, por supuesto, porque ante el toro era formidable. Era un poquito caído de
hombros y tenía los brazos largos, pero también lo llamaban “San Juan”, “El
Fenómeno”, “El Pasmo de Triana”, “El Revolucionario” y “Juanillo Terremoto”.
LA PRIMERA
GANADERÍA DE TOROS DE LIDIA EN VENEZUELA
FUE SELECCIONADA
POR BELMONTE Y CAÑERO
Los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez
Núñez, decidieron en el año 1932, comprar una ganadería de toros de lidia pura
casta española para traerla a Venezuela. Esa ganadería fue escogida y aprobada,
nada más y nada menos que por Juan Belmonte y Antonio Cañero. Fue seleccionada
“por delante”, es decir, probaron toda la ganadería y eligieron lo mejor de
ésta, para traerla a Venezuela.
La ganadería era la de los hermanos Pallarés
Delsors ubicada en Cabra, Córdoba. Era una ganadería de mucho prestigio en
España. Se compró la mitad de la ganadería de los hermanos Pallarés, por parte
de los hermanos Gómez Núñez, y la embarcaron en un barco alemán desde Cádiz con
destino a Venezuela. Así se fundó “Guayabita”, la primera ganadería de toros de
lidia pura casta española en Venezuela.
Juan Belmonte
mantuvo una entrañable y cordial amistad con los hermanos Gómez Núñez, a
quienes dedicó unas palabras de reconocimiento por su desmedida afición:
“A Juan Vicente y
Florencio Gómez, principales mantenedores de la Fiesta Nacional Española en
América con el agradecimiento de un aficionado”.
Juan Belmonte. 1935.
BELMONTE CONTRATADO PARA LA FERIA DE MARACAY DE 1936
La Feria de Maracay de 1936, fue suspendida
debido a la muerte del Gral. Juan Vicente Gómez, ocurrida el 17 de diciembre de
1935. Los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, tenían confeccionados
los carteles para celebrar, como todos los años, las tres corridas de toros con
gran entusiasmo.
Para la organización de la Feria, los hermanos
Gómez Núñez, contrataron a su gran amigo el “Pasmo de Triana” Juan Belmonte,
por quien su padre, el General Gómez sentía mucho cariño y admiración.
Belmonte, se había retirado del toreo y se
vistió por última vez de luces la tarde del 29 de septiembre de 1935 en
Sevilla. El contrato que firmó Belmonte con los hermanos Gómez Núñez para
torear en la Maestranza de Maracay (Venezuela) en enero de 1936, es quizás uno
de los últimos contratos firmados por él como matador de toros. Los otros
diestros españoles que venían contratados fueron: Joaquín Rodríguez “Cagancho”,
Victoriano de la Serna y Alfredo Corrochano.
Señalaba mi abuelo Florencio Gómez Núñez: “La amistad, el respeto y la admiración que
siempre tuvo Belmonte por papá, hicieron que aceptara nuestra invitación para
venir a torear a Venezuela. Especialmente, al enterarse que nuestro padre, el
General Juan Vicente Gómez, tenía el deseo de verlo torear por última vez en
Maracay, pero desgraciadamente esto no se pudo cumplir, porque se anticipó,
lamentablemente, su muerte, siendo suspendida la Feria de 1936”.
REENCUENTRO CON JUAN BELMONTE
Los
hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, se reencontraron en España con Juan
Belmonte y Antonio Cañero en 1936. Ellos mismos los fueron a recibir al Puerto
de Cádiz. Los atendieron con gran cariño y se fueron juntos a Sevilla. Belmonte,
tenía cerca de Sevilla su finca que se llamaba “La Capitana” y frecuentemente se venía al hotel donde se
hospedaban los hermanos Gómez Núñez para acompañarlos. Cañero, también los
visitaba a menudo, vivía en Córdoba, pero venía al hotel en Sevilla para
conversar con ellos y hacerles más grata su estadía, que fue aproximadamente de
un mes.
Juan
Belmonte durante la Semana Santa, se alojaba en el hotel para vestirse con el
capirote y traje de nazareno, como muchos toreros lo hacían, para ir en la
procesión del “Cachorro de Triana” que era la imagen por la que Belmonte sentía
una gran devoción.
Recordaba
mi abuelo Florencio Gómez Núñez: “Belmonte,
nos invitaba mucho a la finca donde tenía su ganadería que se llamaba “Gómez
Cardeña” (Utrera). La finca era estupenda, él vivía en tres hectáreas más o
menos, tenía su casa que se llamaba “La Capitana” y su finca quedaba como a
unos cien kilómetros más allá, tenía una plaza de tienta y una casa magnífica. Lo
observé enfrentarse con aquellas vacas a toda punta haciéndoles horrores y me
vino a la memoria el mismo recuerdo cuando lo pude ver de niño por primera vez
en Venezuela. Con aquel sabor, aquel temple y esa clase que solo él podía
lograr durante la lidia.
Cada dos o tres días íbamos y montábamos
en las jacas de Belmonte y Cañero, acosábamos a los toros en el campo y
pasábamos grandes días en aquella finca. Guardo unos recuerdos inolvidables de
aquella estadía. Posteriormente, nos fuimos a Madrid con la mala suerte que nos
sorprendió la Guerra Civil Española.
Juan Belmonte, no era una persona común
y corriente, allá en España era tratado como un Dios, la gente casi le pedía la
bendición, se le arrodillaban y lo colmaban de atenciones y halagos. Cuando
salía con nosotros por la calle iba discretamente con un sombrero verde ceñido
a las cejas para cubrirse el rostro y evitar llamar la atención de la gente”.
Juan
Belmonte, fue un fenómeno del toreo indiscutiblemente, toreó 644 corridas y
estoqueó en su carrera como torero 1.429 toros. Su última tarde de luces fue el
29 de septiembre de 1935 en Sevilla actuando junto a Cayetano Ordóñez “Niño de
la Palma” y Manolito Bienvenida con toros de los hermanos Pallarés.
AQUELLA EXTRAORDINARIA NOVILLADA DE JUAN
BELMONTE
Los
hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, presenciaron esa histórica
novillada presentada en la Feria de Sevilla, el 21 de Abril del año 1936. Se
lidiaron ocho novillos de la ganadería de Juan Belmonte con divisa verde y
café. El cartel lo componían los novilleros: Diego de los Reyes, Pedro Ramírez
“Torerito de Triana”, Pascual Márquez y Rafael Ortega “Gallito”, que aparecía
en el Programa con el nombre de José por error. Todos los novilleros cortaron
orejas, pero el máximo triunfador fue Pascual Márquez, que cortó dos orejas a
su primer novillo y dos orejas y rabo a su segundo.
Recordaba
mi abuelo Florencio Gómez Núñez: “Esa
novillada de Juan Belmonte en Sevilla fue verdaderamente apoteósica y ha sido
para mí el espectáculo taurino más completo que he visto en mi vida; porque de
los ocho novillos que se lidiaron, a siete les cortaron las orejas, se
otorgaron dos rabos y a uno no le cortaron las orejas, pero le dieron la vuelta
al ruedo. El triunfador indiscutible fue Pascual Márquez, cortando cuatro
orejas y un rabo”.
LA MUERTE DE JUAN BELMONTE
La
muerte de Juan Belmonte el 8 de abril de 1962, causó gran conmoción en España y
el mundo entero. El “Pasmo de Triana”, se quitó la vida en su finca “Gómez
Cardeña”. El motivo exacto nunca se supo. Se dijo que era porque padecía una
enfermedad incurable, un cáncer que lo tenía bastante deprimido y otros
corrieron el rumor que fue por motivos pasionales con una rejoneadora colombiana
llamada Amina Assis. En fin, mil cosas le achacaron, se prestó a mucha
especulación el motivo de su suicidio. Belmonte
fue excepcional como torero, convirtiéndose en un auténtico revolucionario.
El año pasado, tuve la oportunidad de visitar
el Cementerio de San Fernando en Sevilla para colocar ante su tumba, en nombre
de mi bisabuelo, el General Juan Vicente Gómez y de mi abuelo Florencio Gómez
Núñez, unas flores por lo que significó como amigo de nuestra familia y gran
figura del toreo.
Me llenó de emoción poder estar presente ante
la tumba de ese fenomenal torero del que tanto me habló mi abuelo Florencio en
nuestras agradables e inolvidables tertulias taurinas familiares.
El 14 de abril de 2012 se cumplirá el 120º
Aniversario del natalicio de Juan Belmonte y el próximo año, el 16 de octubre
de 2013, se conmemorará el Centenario de su alternativa como matador de toros.
Con cariño especial, un aficionado taurino
venezolano, le dedica este homenaje a su memoria en el 50º Aniversario de su
fallecimiento.
Paz a su alma, maestro, don Juan Belmonte
García (Q.E.P.D.).
Rafael Dupouy Gómez, coloca unas flores
durante su visita a la tumba de Juan Belmonte en el Cementerio de San Fernando
en Sevilla, el 6 de mayo de 2011. (Foto: Miguel Dupouy Gómez).
Rafael Dupouy Gómez