martes, 31 de diciembre de 2019

FLORENCIO GÓMEZ NÚÑEZ: 24 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO

(Por: Rafael Dupouy Gómez)

Don Florencio Gómez Núñez visita y contempla orgulloso, por última vez, su histórica Plaza de Toros Maestranza “César Girón” de Maracay. Año 1993. Foto: Zapata. (Archivo Hnos. Dupouy Gómez).

Mi querido y siempre recordado abuelo Florencio Gómez Núñez, falleció el 31 de diciembre de 1995, a la edad de 87 años, en su residencia caraqueña. Hoy, 31 de diciembre de 2019, se cumplen 24 años de su triste partida, cuando Dios lo llamó a su lado, aquel día especial, encontrándonos reunidos en su habitación, faltando cinco minutos para las doce de la medianoche, esperando recibir con ilusión el Año Nuevo 1996.

Florencio Gómez Núñez, se destacó siempre como un gran aficionado de la Fiesta Brava. Su pasión desbordada por los toros le hizo adquirir junto con su hermano, Juan Vicente Gómez Núñez, en España, 180 cabezas de ganado de la famosa ganadería andaluza de los hermanos Pallarés Delsors de Cabra (Córdoba), trayendo toda esta ganadería a Venezuela en el año 1932, por barco hasta el puerto de Turiamo (Edo. Aragua), fundando así “Guayabita”, la primera ganadería de toros pura casta española de lidia en Venezuela. Los toros fueron seleccionados en España por la máxima figura del toreo Juan Belmonte y el famoso rejoneador cordobés don Antonio Cañero, quienes fueron sus grandes amigos.

La Plaza de Toros Maestranza de Maracay, fue inaugurada por su padre, el General en Jefe Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, el 20 de enero de 1933. Su construcción se debió a la desmedida afición de sus hijos, Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, empresarios y propietarios de la joya arquitectónica que encomendaron realizar a su gran amigo, el arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Los hermanos Gómez Núñez, organizaron con gran éxito las Ferias de Maracay en los años de 1933, 1934 y 1935.

La Maestranza de Maracay, bautizada posteriormente con el nombre de la máxima figura del toreo de Venezuela “César Girón”, es una plaza de toros llena de historia, donde se han presentado las más grandes figuras del toreo. Representa la cantera taurina venezolana y está considerada como una de las plazas de toros más bellas del mundo.

Florencio Gómez Núñez, fue empresario de corridas de toros en Caracas, Valencia y Maracay. Toreó con mucha frecuencia como aficionado práctico. Se entusiasmó de igual manera por el arte del rejoneo. Cultivó una gran amistad con destacadas figuras del toreo que escribieron páginas importantes en la historia de la Fiesta Brava.

La Asociación Venezolana de Criadores de Toros de Lidia lo designó por unanimidad como su Primer Miembro Honorario, el 15 de octubre de 1985. El Concejo Municipal del Edo. Aragua acordó, el 21 de octubre de 1985, nombrar a Florencio Gómez Núñez persona notable con méritos para consultas necesarias, en lo relacionado con la Comisión Taurina del Distrito Girardot, y Asesor Ad-Honorem Vitalicio. Recibió reconocimientos y distinciones de las más importantes organizaciones y peñas taurinas de Venezuela.

El 21 de enero de 1996, se guardó un minuto de silencio como homenaje a su memoria en el Nuevo Circo de Caracas, durante la “Corrida de la Prensa” con un lleno hasta la bandera, actuando los diestros: José Ortega Cano, Manuel Díaz “El Cordobés” y el venezolano Leonardo Benítez.

Paz a su alma.
Su recuerdo vivirá siempre en nuestros corazones.

Rafael Dupouy Gómez

Pueden disfrutar los siguientes videos del minuto de silencio en el Nuevo Circo de Caracas, el 21 de enero de 1996 y una entrevista taurina realizada a Florencio Gómez Núñez en 1993 para el programa "Hablemos de Toros": 





viernes, 27 de septiembre de 2019

CENTENARIO DE LA ALTERNATIVA DE JUAN LUIS DE LA ROSA

(Por: Rafael Dupouy Gómez)

Juan Luis de la Rosa. Revista “El Toreo”, 30 de agosto de 1920. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El diestro jerezano Juan Luis de la Rosa, se destacó por su magnífico estilo como lidiador que hacía recordar a las grandes figuras clásicas del toreo. Brilló con el capote por su elegante y fino arte en su manejo. Fue un banderillero fácil y estupendo muletero. Los muy entendidos aficionados lo bautizaron como “El Rey de la Muleta” y del natural. Su debilidad fue con la espada lo que le hizo perder importantes triunfos. Sus mejores temporadas como matador de toros fueron la de 1920, lidiando 22 corridas; la de 1921, aumentando la cifra a 32 corridas de toros y el año 1922, actuando 38 tardes. Posteriormente, su participación en ruedos españoles fue declinando, toreando muy poco, teniendo que probar suerte en América.

Sin embargo, dejó un importante recuerdo en quienes le vieron torear. En una entrevista realizada por el crítico taurino don Vicente Zabala al gran matador de toros retirado Antonio Márquez, a quien apodaron “El Belmonte Rubio”, el maestro reconoció su gran admiración por Juan Luis de la Rosa, expresando: “¡Cómo toreaba Juan Luis de la Rosa!...es el diestro que mejor he visto torear al natural”.

Resaltando algunos aspectos históricos de su vida, el diestro Juan Luis de La Rosa de La Garquen, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), el 2 de febrero de 1901. Desde muy niño su familia tuvo que trasladarse a Sevilla. Se inició toreando en el año 1915, aunque su primera temporada formal fue en el año 1916, actuando en compañía de Eladio Amorós, en Salamanca, con motivo de la celebración de la Pascua de Resurrección, ante becerros de don Vicente Rivas. 

En Zamora, el 25 de julio de 1916, se presentó con “El Habanero”, lidiando novillos de don Ángel Rivas, dejando tan grata impresión que, al finalizar la temporada, lo catalogaron como “Niño Prodigio del Toreo”. Se destacó como novillero rivalizando con Manuel Jiménez “Chicuelo”, Manuel Granero y Eladio Amorós, quienes se perfilaban como las futuras promesas que vendrían a sustituir la idolatría de “Joselito” y Juan Belmonte.

El 15 de mayo de 1916, Juan Luis de la Rosa se presentó en Vista Alegre con “Paquillo” y Victoriano Roger “Valencia II”, lidiando novillos de don Rodrigo de Solís, dejando buenos detalles de su actuación. Toreó junto a Manuel Jiménez “Chicuelo”, ante reses de Albarrán, en Santa Marta (España), constituyéndose ante el público presente como un fenómeno, el 31 de julio de 1917, significando su primer gran año como novillero, siendo contratado para lidiar 36 novilladas, actuando en 32 de ellas, estoqueando 68 novillos.

El 19 de mayo de 1918, en Linares, Juan Luis de la Rosa realizó emocionantes quites, banderilleó muy bien y estuvo magistral con la muleta, siendo muy ovacionado. Esa tarde, también destacó el joven de 15 años, Manuel Jiménez “Chicuelo” con quien hizo pareja en sus presentaciones ese año por España. Juan Luis de la Rosa debutó en la Maestranza de Caballería de Sevilla, el 18 de agosto de 1918, con los novilleros “Angelillo de Triana”, José Belmonte y “Borujito”, ante reses de don José Anastasio Martín. El diestro jerezano estuvo muy bien en el cuarto al que mató de gran estocada. Su último enemigo no se prestó para el lucimiento, pero Juan Luis de la Rosa fue ovacionado por su buena disposición y valentía.

El 15 de junio de 1919, en la plaza de toros Monumental de Sevilla, se lidiaron ocho novillos de doña Carmen de Federico (antiguos Murube), para los diestros de José Sánchez “Hipólito”, José Amuedo, Juan Luis de la Rosa y el debutante Manuel Pineda. El jerezano Juan Luis de la Rosa, triunfó, escuchando continuas ovaciones, cortándole una oreja a cada ejemplar.

Ese mismo año, repitió sus triunfos en la Monumental de Sevilla, los días: 15 de junio (cortando una oreja a cada ejemplar), 29 de junio, (cortando dos orejas) alternando con José Sánchez “Hipólito” y Correa Montes; el 6 de julio, (cortando una oreja) en compañía de los diestros “Pepete Chico” y Correa Montes y el 28 de agosto, (cortando dos orejas) junto a “Hipólito” y Correa Montes.

Juan Luis de la Rosa, sobresalió como uno de los mejores novilleros del año, debutando en Madrid, el 20 de julio de 1919, ante novillos del Marqués de Villamarta, alternando con “Pedrucho de Eibar” y Ernesto Pastor. Esa tarde Juan Luis de la Rosa realizó cosas increíbles. Bastó verlo en su primer quite con el capote para admirar su grandeza. A pesar del poco juego de los toros, estuvo dominador, variado y muy aplaudido toda la tarde. Falló entrando a matar, perdiendo un triunfo seguro. En la crónica del diario “ABC” Gregorio Corrochano expresó sobre la faena de Juan Luis de la Rosa: “Torea bien y sabe torear; es decir, conoce el toreo y es artista. “Gallito” y Belmonte en una pieza. Maneja la muleta con una suavidad y un temple y manda tanto, que hará pasar a muchos toros, éste uno de ellos, que para los demás serán toros de faena por la cara. Y todo eso con soltura, con dominio y con seriedad. Con el capote tiene la verónica de Belmonte y ese lance de “Gallito” pasándose el capote por delante. Ya hay un sustituto de “Gallito” y de Belmonte, Juan Luis de la Rosa”. Ese año toreó un total de 41 novilladas en la península ibérica.

SU PADRINO DE ALTERNATIVA FUE “JOSELITO”

Juan Luis de la Rosa recibiendo la alternativa en la Plaza de Toros Monumental de Sevilla, de manos de José Gómez Ortega “Joselito”, el 28 de septiembre de 1919. Camará Fotos. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 28 de septiembre de 1919, primer día de la Feria de San Miguel, en la Plaza Monumental de Sevilla, tomó la alternativa, de manos de José Gómez Ortega “Joselito”. Fue la última alternativa que concedió el célebre diestro, porque después encontraría la muerte en Talavera de la Reina. Como testigos participaron José Flores “Camará” y Manuel Varé “Varelito”. Se lidiaron reses de Guadalest. Juan Luis de la Rosa, brindó la muerte de su primer toro al ganadero don Argimiro Pérez Tabernero. Ante el toro de su alternativa, negro bragado de nombre “Celeste”, le realizó cosas de buen toreo, pero sin lucimiento. A su segundo astado, sexto de la tarde, le ejecutó unas series de naturales de gran belleza. Mató de una buena estocada. Como dato curioso, esa tarde Juan Luis de la Rosa tomó la alternativa 20 minutos antes que lo hiciera su rival Manuel Jiménez “Chicuelo”, en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, de manos de Juan Belmonte.

Juan Luis de la Rosa, confirmó su alternativa de manos de Juan Belmonte García y Manuel Varé “Varelito”, actuando como testigo, el 24 de mayo de 1920, en la plaza de toros de Madrid con un lleno hasta la bandera. Los diestros lucieron en sus trajes de luces un crespón negro, en memoria y homenaje al infortunado “Joselito”. La Rosa vistió esa tarde un terno plomo y oro. El toro de su ceremonia se llamó “Armagoso”, negro meano, marcado con el número 108, de la ganadería de Gamero Cívico. Brindó al ganadero salmantino don Argimiro Pérez Tabernero. El diestro realizó un buen toreo, pero no pudo completar su labor, porque el toro de su confirmación gazapeó mucho, resultando fatal para el lucimiento. En el sexto toro, destacaron sus naturales y sus bien rematados pases de pecho. Esa tarde, el público lo notó algo apático y sin ánimo.

Juan Luis de la Rosa, debutó en la plaza de toros de “El Toreo”, en México D.F., el 7 de noviembre de 1920, ante reses de “Piedras Negras”, alternando con “Angelete”, actuando como sobresaliente Carlos Lombardini, logrando una buena actuación. En la misma plaza, intervino lidiando toros de Atenco, en compañía de Domingo González “Dominguín”, quien debutó esa tarde del 14 de noviembre de 1920. Luego, el 21 de noviembre de 1920, en la plaza de “El Toreo” (México, D.F.) actuó en la reaparición del ídolo azteca Rodolfo Gaona, quien tuvo una tarde colosal, logrando un gran triunfo ante reses de Zotoluca. Juan Luis de la Rosa no tuvo la suerte esperada y fue opacado por su compañero de cartel. En el mismo coso azteca, Juan Luis de la Rosa se presentó con Rodolfo Gaona e Ignacio Sánchez Mejías, el 10 de abril de 1921, ante seis astados españoles de Parladé. Fue una estupenda tarde de toros, donde triunfaron los tres alternantes. Regresó a España y el 26 de mayo de 1921, Juan Luis de la Rosa toreó la corrida de Beneficencia, en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, ante reses de Gallarde, compartiendo cartel con Rafael Gómez “El Gallo” y “Nacional I”.

Juan Luis de la Rosa, se presentó en Madrid compartiendo cartel con los diestros José Roger “Valencia” y Emilio Méndez, el 12 de junio de 1921, lidiando reses de don Andrés Sánchez de Salamanca. El cronista taurino “Corinto y Oro” en el Diario “La Voz”, señaló el día siguiente sobre la faena de Juan Luis de la Rosa: “El matador de toros jerezano consiguió alborotar ayer al público de la plaza de Madrid. Es decir, consiguió que el público terminantemente, le declarase figura grande del toreo. ¡Cómo sería la faena que la criaturita hizo en el quinto, que, después de dar un bajonazo, miles de pañuelos pedían la oreja! El buen torero hizo esto: saludar al toro bravo con seis lances y media verónica, en los que pugnaban el aguante, el temple, la seguridad y la elegancia; clavar dos pares finísimos, y comenzar, seguir y terminar una gran faena, con tres naturales, dos de pecho, uno de rodillas, dos cambiados, otros tres ayudados, estilo del gran Joselito, que remató con las manos a la altura del pecho, llevando al bicho toreado a conciencia y quedándose el diestro inmediatamente detrás de la pala del pitón derecho, erguido y sobre las puntas de los pies. Faena grande, ¡vive Dios!, faenas de la que hacen los muy contados toreros que actualmente tienen personalidad de alto relieve, no como tigres: como artistas de concreta personalidad”.    
     
El martes 12 de julio de 1921, se celebró la Corrida de la Prensa, en Madrid, donde se lidiaron cuatro toros de don Vicente Martínez y cuatro de la señora viuda de Soler, para los diestros Rafael Gómez “El Gallo”, Juan Belmonte, Juan Luis de la Rosa y Manuel Granero. La Rosa ejecutó una faena a su primer toro, con mucho arte y valentía, realizando un desplante temerario de rodillas, ofreciendo el pecho ante los pitones del astado con gesto despectivo. Cortó una oreja. El crítico taurino Gregorio Corrochano señaló: “La Rosa, además de tener mucho arte, sabe torear muy bien, muy despacio, templa mucho. Con la muleta es un excelente torero”. Belmonte estuvo muy bien esa tarde, en el sexto toro, cortó también una oreja. En Madrid, Juan Luis de la Rosa tuvo destacadas actuaciones participando en las llamadas corridas “regias” del año 1921, “Montepío”, “Cruz Roja” y la “Prensa”, el diestro jerezano conquistó importantes triunfos, toreando ese año 32 corridas de toros en España.

PARTICIPÓ EN EL CARTEL DE LA MUERTE DE GRANERO

Como un dato interesante para la historia, Juan Luis de la Rosa actuó en Madrid, el 7 de mayo de 1922, siendo el padrino en la confirmación de la alternativa de Marcial Lalanda. En esa misma corrida también intervino, por última vez, el prometedor torero valenciano Manuel Granero, siendo víctima de la cornada más impresionante y trágica que se recuerda en la historia del toreo. Se lidiaron tres toros del marqués de Veragua y tres del marqués de Albaserrada. La Rosa no tuvo una buena tarde, porque al entrar a matar a su segundo enemigo, tuvo que ingresar a la enfermería para que le atendieran una distensión en la muñeca derecha que le impidió volver al ruedo.

Aquella tarde, con la plaza completamente llena, el diestro valenciano Manuel Granero fue a buscar el estoque para dar muerte al quinto toro de la tarde llamado “Pocapena” de Veragua. Luego de citar al toro con la muleta, muy cerrado en tablas, el animal se le venció y le empitonó fuertemente el muslo derecho. El toro lo suspendió por un rato y luego lo arrojó violentamente al suelo, donde le tiró varios derrotes, rompiéndole la taleguilla y la faja hasta empujarlo contra la barrera, muy cerca del estribo, volviéndolo a cornear terriblemente, entrándole el pitón por el ojo derecho, destrozándole la masa encefálica. Granero fue conducido, inmediatamente, a la enfermería prácticamente sin vida, viviéndose momentos de verdadero dolor y dramatismo. Aquella trágica tarde, los pitones de “Pocapena” acabaron con una figura que prometía, sin duda alguna, estar entre los mejores toreros de su época. Juan Luis de la Rosa y su cuadrilla, al igual que las cuadrillas del infortunado diestro Granero y Marcial Lalanda, velaron el cadáver toda la noche en capilla ardiente, junto a los diestros Paco Madrid y “Valencia II”, entre otros. Estuvieron acompañándolo hasta el día siguiente de su traslado hacia su ciudad natal, Valencia.

En 1922 Juan Luis de la Rosa toreó un total de 38 corridas en España.

En Madrid, el 20 de abril de 1924, realizó una gran faena a su primer toro, perteneciente a la ganadería de don Florentino Sotomayor, que brindó al cronista taurino Juan Ferragut. Juan Luis de la Rosa logró hermosas series de muletazos, siendo muy ovacionado. Compartió cartel con Domingo “Dominguín” (padre) y Antonio Márquez “El Belmonte Rubio”, quien triunfó esa tarde.

El 26 de mayo de 1924, en Valencia (España), el cuarto toro de la tarde, le propinó al diestro Juan Luis de la Rosa una herida destrozándole el ojo y causándole una gravísima cornada en el vientre. Su número de corridas descendió a 7.

En la Feria de Abril de Sevilla del año 1925, toreó dos corridas en la Real Maestranza. El 20 de abril, ante reses de Miura, junto a “Chicuelo” y Martín Agüero; y el 21 de abril, lidiando astados de Santacoloma, junto a “Chicuelo”, Martín Agüero y Manuel “Litri”. Esa tarde asistió Su Majestad el Rey Alfonso XIII y se lanzó como espontáneo para banderillear el diestro Ignacio Sánchez Mejías, quien obtuvo la venia del Rey y el permiso de Usía para ejecutar la suerte.

El 27 de agosto de 1925, toreó en Espinho (Portugal) alcanzando gran éxito en su tercera presentación en ese coso. El 13 de septiembre de 1925, conquistó un brillante triunfo en Jerez de la Frontera, en la primera corrida de feria, cortando una oreja a su primer toro, de la ganadería de Villalón. Compartió cartel con “Carnicerito” y “Chanito I”. Esa temporada, toreó 8 corridas en España.

El 16 de junio de 1927, en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, se llevó a cabo una corrida a beneficio de los Damnificados por los Temporales de Marruecos y Levante, donde actuaron los diestros Juan Luis de la Rosa, Manuel Jiménez “Chicuelo” y Paco Royo “Lagartito”. Se lidiaron cuatro toros de don Argimiro Pérez Tabernero, uno de  Antonio Flores y otro de Peñalver. Ese año solamente toreó 4 corridas.

El 16 de febrero de 1930, toreó en la ciudad de Lima (Perú) junto al rejoneador don Antonio Cañero, Asín y “Zurito”, ante la presencia del Presidente de la República Augusto B. Leguía.

En Venezuela, Juan Luis de la Rosa gozó siempre de gran cartel. Fue contratado para torear la temporada de 1925-1926, alternando con toreros como: José Roger “Valencia I”, Ginés Hernández “Ginesillo”, Pedro Basauri “Pedrucho”, Mariano Montes, José García “Algabeño”, José Paradas, Victoriano Roger “Valencia II”, Bernardo Muñoz “Carnicerito de Málaga”, Paco Royo “Lagartito”, Matías Lara “Larita”, Francisco Peralta “Facultades”, José Ramírez “Gaonita”, Jaime Noaín, Luis Freg, David Liceaga y los venezolanos Eleazar Sananes “Rubito” y Luis Vilma, entre otros. También participó en  la presentación de los rejoneadores españoles Miguel Cuchet (1925) y Antonio Cañero (1930). Toreó en casi todos los cosos del país e inauguró, el 10 de junio de 1928, la Plaza de Toros de Maracaibo (Edo. Zulia).

Los diestros Juan Luis de la Rosa, Luis Freg, “Finito de Valladolid” y Ángel Carratalá, el 6 de noviembre de 1927, se presentaron en el Nuevo Circo de Caracas, lidiando cuatro toros criollos de Gonzalo Gómez y cuatro media casta del General José Vicente Gómez. Asistió a la corrida el Presidente de la República, General en Jefe Juan Vicente Gómez, acompañado por sus hijos, José Vicente, Gonzalo, Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez.

El 10 de junio de 1928, Juan Luis de la Rosa inauguró la plaza de toros de Maracaibo (Edo. Zulia). En la plaza de toros Arenas de Valencia (Edo. Carabobo), ante reses de Santaella, actuaron los diestros Juan Luis de la Rosa, Enrique Torres y Paco Perlacia, el 1 de enero de 1929. Los toreros se lucieron cortando orejas y rabos.

El 23 de marzo de 1930, debutó el famoso rejoneador cordobés don Antonio Cañero en Venezuela, actuando en el Nuevo Circo de Caracas con los diestros Juan Luis de la Rosa y José Paradas.

Juan Luis de la Rosa, participó en cinco corridas de toros celebradas en la recientemente inaugurada plaza de toros “La Santamaría” de Bogotá (Colombia), inaugurada el 8 de febrero de 1931. El diestro jerezano actuó en la temporada de ese año en las siguientes fechas: el 12 de julio, compartiendo cartel con José García “Alcalareño” y Vicente Villanueva. El 26 de julio, actuando con Julián Sáiz “Saleri II” y Vicente Villanueva. El 9 de agosto, con Manuel Díaz “Torerito de Málaga” y Vicente Villanueva. El 23 de agosto, en compañía de José García “Alcalareño”, Juan Silveti, “Morenito de Zaragoza”, Vicente Villanueva y José Cabezas; y el 27 de septiembre, con “Morenito de Zaragoza” y José García “Alcalareño”.

Juan Luis de la Rosa, regresó a Venezuela presentándose en el Nuevo Circo de Caracas, entre los años 1931 y 1932, sin conseguir el éxito deseado. Alternó durante esos años con Cecilio Barral, Victoriano Roger “Valencia II”, Bernardo Muñoz “Carnicerito de Málaga”, los Charros Mexicanos (Andrés y Antonio Becerril), “Rubito de Sevilla” y Romero Freg.

SU AMISTAD CON LOS HERMANOS GÓMEZ NÚÑEZ

Al finalizar la Feria inaugural de la plaza de toros Maestranza de Maracay (Venezuela), los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, creadores y propietarios del bello coso, invitaron a su oficina, el 23 de enero de 1933, a todos los cronistas taurinos de Caracas y varios matadores de toros. Acudió Juan Luis de la Rosa, gran amigo de los hermanos Gómez Núñez, al brindis de cortesía por el éxito de la temporada. Posteriormente, proyectaron en el Laboratorio Nacional Cinematográfico de Maracay, dirigido por Efraín Gómez, las películas de las históricas corridas celebradas en la Maestranza de Maracay. Acudieron los cronistas taurinos: Modesto de Ayza, Juan José Churión “El Bachiller Munguía”, Oscar Villalba “Villa Fraile”, Raúl Carrasquel y Valverde “Alonso Manchego”, Ramón David León, Eliseo Delgado “Conde Federico”, Francisco De León Rivas “Paco de Oro”, Leoncio Martínez “Leo” y don Henrique Chaumer “Marqués de los Morrillos”. También participaron en la amena reunión el arquitecto de la Maestranza de Maracay, Carlos Raúl Villanueva, el famoso rejoneador cordobés don Antonio Cañero, el rejoneador español Miguel Cuchet, el diestro mexicano José González “Carnicerito de México” y su peón de confianza Mariano Rivera.

Mi abuelo Florencio Gómez Núñez, tuvo una gran amistad con Juan Luis de la Rosa durante sus estadías en Venezuela. Opinaba mi abuelo sobre el diestro: “Juan Luis de la Rosa, fue un torero muy bueno, demostró en sus actuaciones todo su arte con el capote y  la muleta. Realizó faenas excepcionales de gran finura y perfección. Sus pases naturales los ejecutaba con gran suavidad y temple. Con el estoque fue un poco deficiente, lo que le restó importantes triunfos. Yo le ayudé mucho. Me gustaba bastante, porque su toreo era sumamente puro. Toreaba con frecuencia en nuestra ganadería; siempre estaban Eleazar Sananes “Rubito” y Juan Luis de la Rosa ayudándome en las tientas. Eran como mis dos peones. Yo le contraté para muchas corridas en Venezuela. Recuerdo una tarde en la que un toro le pegó una fuerte voltereta ocasionándole la fractura de un pie en Valencia (Venezuela)”.

El 4 de febrero de 1934, en el Nuevo Circo de Caracas, se llevó a cabo un Festival a beneficio de Juan Luis de la Rosa, en el que tomaron parte el venezolano Julio Mendoza y el español Antonio García “Maravilla”. El 15 de abril de 1934, en el Nuevo Circo de Caracas, Juan Luis de la Rosa actuó en la reaparición de Eleazar Sananes “Rubito” y la presentación del novel espada venezolano Raúl Sananes (hermano de Eleazar), ante reses criollas. Juan Luis de la Rosa se volvió a presentar en el Nuevo Circo de Caracas con los diestros Eleazar Sananes “Rubito” y Pedro Villanueva, el 15 de julio de 1934. Este último, cortó una oreja, los otros cumplieron.

Juan Luis de la Rosa en Madrid, año 1922. (Foto: Alfonso). Dedicatoria de Juan Luis de la Rosa: “Con toda mi gratitud a los Sres. Juan Vicente y Florencio Gómez”. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 17 de febrero de 1935, en el Circo Metropolitano de Caracas, Juan Luis de la Rosa se presentó en un mano a mano con el diestro mexicano David Liceaga. Se lidiaron dos toros pura casta de Pallarés, con cinco años y más de 500 kilos de peso; dos de la ganadería de “La Providencia” de los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez y dos criollos de don Juan Vicente Ladera. Los toros de don Luis y José Pallarés Delsors (divisa azul y blanca) hicieron excelente juego, logrando el lucimiento de los diestros actuantes. Juan Luis de la Rosa, sorprendió al público al derrochar gran valor, realizando un toreo preciosista a base de naturales, molinetes, trincherazos y toda la gama del toreo sevillano. Mató con dificultad al de Pallarés, porque había recibido un fuerte golpe en un brazo.

CONSIDERÓ A VENEZUELA COMO SU SEGUNDA PATRIA

El 26 de abril de 1936, en el Nuevo Circo de Caracas, se llevó a cabo la corrida de la despedida de Juan Luis de la Rosa de su querida Venezuela. Alternó esa tarde en compañía del torero colombiano Miguel López y el venezolano Manolo Graterol.

Con una emotiva nota de profundo agradecimiento se despidió Juan Luis de la Rosa de Venezuela, país al que consideró como su segunda Patria:

Al Público

“Unos buenos amigos míos han organizado esta Corrida de Toros para que yo me retire del Toreo; como era mi firme resolución la acepté gustoso y la dedico al público caraqueño, para quien sinceramente guardo un eterno agradecimiento por las diferentes manifestaciones de cariño y simpatía que me ha demostrado en cuantas actuaciones he tenido en Venezuela, como se trata de la última corrida de mi vida taurina, sé el compromiso moral que he contraído y yo mismo he escogido los toros de Pura Casta que se lidiarán en esta corrida para mí tan difícil. He seleccionado seis toros terciados y a propósito para el mayor éxito, pues el toro grande y exagerado podría ocasionarme una tarde que no estuviera a tono con mi carrera taurina, la que estoy dispuesto a terminar con el mayor decoro, para esto es para lo que yo personalmente he escogido esta corrida, en la que creo será una de las tardes en que yo salga con más ilusión a torear. Sinceramente deseo que mi corrida de despedida constituya para ustedes una tarde de gratos recuerdos. Mi mayor satisfacción será verles a todos reunidos el domingo en el Nuevo Circo; así lo espero, bien sé que en este País se me quiere, por eso me siento orgulloso como de la casa, esta gran casa hospitalaria y noble que se llama Venezuela y la que considero mi segunda Patria.

Anticipo a todos mi más profundo agradecimiento”.

Juan Luis de la Rosa

Imagen del diestro español Juan Luis de la Rosa y anuncio del cartel de su despedida en el Nuevo Circo de Caracas, el 26 de abril de 1936. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Juan Luis de la Rosa regresó a España y estando mi abuelo Florencio Gómez Núñez en Madrid en el año 1936, recordaba que el diestro jerezano toreó tres tardes en la plaza de toros Monumental Barcelona (España): La primera de ellas, el 21 de junio de 1936, alternando con Manuel Jiménez “Chicuelo” y Antonio García “Maravilla”. Luego, el 16 de agosto de 1936, con los diestros: “Pedrucho”, Curro Caro, “Morenito de Valencia”, Suárez Merino y “Faraón”; y la tarde del 6 de septiembre de 1936, lidiando astados de la ganadería de Contreras, siendo ésta la última corrida de su vida, compartiendo cartel con “Pedrucho” y Curro Caro, quienes triunfaron cortando orejas. La actuación de Juan Luis de la Rosa fue regular, cumpliendo con voluntad su compromiso.

A los pocos días, durante la Guerra Civil Española, Juan Luis de la Rosa sufrió un serio altercado con unos milicianos de la República y murió trágicamente siendo fusilado por los rojos en la ciudad de Barcelona (España). La fiesta brava perdió a uno de los diestros más finos y puros de su tiempo que había guardado siempre un cariño especial por Venezuela. Esa patria noble que le abrió sus brazos, reconociendo su gran clase, valor y fina estampa de torero.

Rafael Dupouy Gómez

35° ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE "PAQUIRRI"

(Por: Rafael Dupouy Gómez)
El valeroso diestro Francisco Rivera “Paquirri” entregó su vida, luego de la terrible cornada que le produjo el toro “Avispado” de la ganadería de Sayalero y Bandrés, el 26 de septiembre de 1984, en Pozoblanco.
Se cumplen 35 años, de aquel fatídico día miércoles, 26 de septiembre de 1984, cuando quedaron grabadas para siempre en nuestras retinas, aquellas dramáticas imágenes de la gravísima cornada que le costó la vida al gran matador de toros Francisco Rivera “Paquirri”.
Admirable y torera fue la manera como afrontó sus últimos momentos de vida en aquella enfermería sin recursos. Cuánta hombría, serenidad y valentía ante el fatal desenlace que se le avecinaba. Por primera vez, las cámaras de televisión mostraron al mundo la tragedia ocurrida en una plaza de toros con su realismo, crudeza y verdad, demostrando que los toreros salen a jugarse la vida cada tarde en ese escenario en donde se muere de veras.
“Paquirri” se destacó por ser un diestro de raza con unas facultades asombrosas. Era un torero muy disciplinado que se entrenaba como un verdadero atleta. Durante la lidia, se compenetraba tanto con el toro que parecía establecer un diálogo directo con él en el ruedo. Eran características sus temerarias largas cambiadas de rodillas con el capote para recibir a sus enemigos. Su toreo de capa se distinguió por su variedad y quietud. Incluía vistosos y ajustados quites por chicuelinas y gaoneras. También solía llevar al toro al caballo con un magnífico galleo que gustaba mucho al público por su hermosa y vistosa ejecución. Realizaba con habilidad y perfección todos los tercios de la lidia. Especialmente en banderillas era alegre, variado y espectacular. Sus pares al quiebro en los medios eran de una gran exposición. Con la muleta demostraba un dominio y una técnica asombrosa. Ligando derechazos, naturales corriendo la mano y mirando al tendido, pases en redondo, de pecho, molinetes, trincherazos que demostraban su tremendo poderío ante la cara de sus enemigos. Se entregaba ejecutando la suerte suprema, logrando eficientes y certeras estocadas. No se dejaba ganar la pelea por nadie en el ruedo.
Su valor y pundonor eran extremos. Sentía realmente el toreo en sus venas. En algunas entrevistas confesaba que cuando él toreaba, lógicamente, no establecía ningún diálogo de palabra con el toro, pero en varias ocasiones, el toro le decía con sus gestos y reflejos el tipo de lidia que requería y debía hacerle. Se llegaba a compenetrar tanto con el toro, que luego de realizar una gran faena, sentía lástima de tener que matarlo. Sobre las cornadas, decía que las peores las daban los seres humanos.
“Paquirri” sufrió aproximadamente unas 26 cornadas. Todas las tardes que se vestía de luces, se entregaba por completo en el ruedo, exponiendo su figura al máximo, sin pensar el peligro que corría de recibir un grave percance como el que le ocurrió, el 21 de abril de 1978 en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Ejecutando un arriesgado par de banderillas en los medios, un astado de la ganadería de José Luis Osborne, le empitonó de mala manera partiéndole los muslos. Perdió mucha sangre y le quedaron secuelas físicas como consecuencia de esas heridas.
A Francisco Rivera “Paquirri”, le conocí personalmente cuando acompañé a mi abuelo Florencio Gómez Núñez, a mi madre Rosa Elena y mis hermanos Juan Florencio y Miguel Antonio para presenciar la corrida del 50° Aniversario de la Maestranza de Maracay en 1983. Ese día se organizaron actos y homenajes especiales para conmemorar tan importante fecha histórica. Componían el cartel, Francisco Rivera “Paquirri”, José Nelo “Morenito de Maracay” y Tomás Campuzano. Las reses lidiadas fueron venezolanas en un concurso de ganaderías. A “Paquirri” le tocó el peor lote y no pudo sacar provecho a los toros que le correspondieron en suerte. Brindó la muerte de su primero a don Pepe Amorós quien vino, especialmente, desde España como invitado de honor ya que había actuado en la segunda corrida de la inauguración de la Maestranza de Maracay en 1933.
“Morenito de Maracay” fue el triunfador, cortando dos orejas. Tomás Campuzano derrochó valor y clase, brindándole a mi abuelo Florencio Gómez Núñez su faena. Campuzano estuvo muy voluntarioso y recibió una merecida oreja. Los ganaderos nacionales rindieron un bello homenaje en la Maestranza, enviando astados de las mejores divisas del país.


La crónica taurina, destacó la corrida del 50° Aniversario de la Maestranza de Maracay, Venezuela, en 1983. A la izquierda: Francisco Rivera "Paquirri" brindando la muerte de uno de sus toros a Pepe Amorós. A la derecha: Don Florencio Gómez Núñez, recibe el brindis del diestro Tomás Campuzano. Diario "El Mundo". Fotos: Pedro Arias. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez). 
Al finalizar la corrida, el matador de toros retirado don Pepe Amorós, nos manifestó que fuéramos a saludar a “Paquirri”, que se alojaba en el hotel Maracay. Aceptamos de inmediato su invitación y nos dirigimos todos en nuestro coche. Al llegar al hotel, don Pepe Amorós nos sugirió que no llamáramos por teléfono a “Paquirri”, sino que subiéramos directamente con él hasta su habitación. Don Pepe Amorós, tocó la puerta del cuarto y le atendió el mozo de espadas de “Paquirri”. Don Pepe le dijo: “Aquí me acompaña mi gran amigo don Florencio Gómez junto con sus nietos, que vienen a conocer y a saludar a “Paquirri”, ¿se podrá ver al matador?”. El mozo de espadas le dijo: “En este momento no se puede don Pepe, porque se está bañando, pero él me mandó a decirles que, por favor, lo esperen abajo en la cafetería, que tan pronto pueda, él baja a saludarlos”.
Bajamos a esperarlo en la cafetería del hotel y, al poco tiempo, apareció el maestro Francisco Rivera “Paquirri” con el pelo engominado y la mirada profundamente azul, acompañado por su apoderado Juan Carlos Beca Belmonte quien señalando a mi abuelo Florencio, le preguntó a “Paquirri”: ¿Conoces a este personaje?, a lo que “Paquirri” contestó: “Cómo no lo voy a conocer, si fue el que hizo la Maestranza de Maracay”. Nos llamó la atención el gran cordón de oro del Cristo de las Tres Caídas, que colgaba en su pecho. Era impresionante por su belleza.
Conversamos con “Paquirri” de toros, del lote que le correspondió esa tarde que presentó mucha dificultad para la lidia. Mi abuelo Florencio habló sobre la gran amistad que tuvo con Juan Belmonte, ya que Juan Carlos Beca Belmonte, el apoderado de “Paquirri”, era nieto del “Pasmo de Triana”. “Paquirri”, se mostró serio y atento escuchando lo que les relataba mi abuelo, mientras nos firmaba un autógrafo.
Autógrafo de Francisco Rivera “Paquirri” a los Hnos. Dupouy Gómez. Maracay, Venezuela, 1983. (Archivo: Hnos Dupouy Gómez). 
Después de despedirse de nosotros, se retiró hacia donde se encontraba Isabel Pantoja, su novia en ese momento, y agarrados de la mano, muy enamorados, se fueron caminando por los pasillos del Lobby del hotel Maracay.
Plasmado quedó su autógrafo como recuerdo imborrable de nuestro agradable encuentro con “Paquirri”. Siendo uno de los toreros activos con más veteranía y seguridad, nos sorprendió y conmovió lo que le ocurrió en Pozoblanco el año siguiente.
En vísperas de finalizar la temporada, “Paquirri” se encontraba fuera de forma. Había ganado bastante peso y su padre le aconsejó que pensara en la retirada definitiva. Pero el diestro todavía se sentía muy seguro y a gusto toreando, disfrutando lo que más amaba. Sin embargo, pensó en despedirse del toreo en su finca “Cantora”, invitando a sus familiares y amigos íntimos, pero se anticipó la tragedia de Pozoblanco y no pudo cumplir el deseo de cortarse la coleta en su querida y hermosa finca.
La tarde trágica de “Paquirri” en Pozoblanco
Llegó aquella tarde fatídica en la plaza de toros de Pozoblanco, durante las ferias y fiestas de Nuestra Señora de las Mercedes, celebrada del 23 al 29 de septiembre de 1984. Correspondió al veterano matador Francisco Rivera “Paquirri” participar en la corrida celebrada, el 26 de septiembre de 1984, en compañía de los jóvenes diestros José Cubero “El Yiyo” y Vicente Ruiz “El Soro”. Se lidiaron seis bravos toros de la ganadería de Sayalero y Bandrés, de Algeciras.
“Paquirri” y su cuadrilla se hospedaron en el hotel “Los Godos”. La habitación reservada para descansar y vestirse de luces por última vez, fue la número 307. Era un cuarto pequeño y sencillo. Comió una tortilla, algunas frutas y bebió agua mineral. Le esperaba aquel traje azul cobalto y oro que su querido tío Ramón Alvarado, su mozo de espadas, le ayudaría a enfundarse.
“Paquirri”, para matar el tiempo y la ansiedad, había jugado una partida de cartas con su hermano y compañeros de cuadrilla. Unas 1.000 pesetas les había ganado a cada uno y se sentía contentísimo. Durante el trayecto a la plaza, se burlaba de ellos que se quedaron limpios en el juego. Se iba riendo a cada rato, recordándolo. Estaba muy animado, motivado y dispuesto esa tarde. 
La plaza de toros de Pozoblanco, le esperaba con un lleno hasta la bandera. Salió su primer enemigo por los toriles, recibiéndolo muy bien con el capote. Invitó a “El Soro” para que compartiera con él las banderillas. Como dato curioso, brindó la muerte de su último toro al entonces joven becerrista Manuel Díaz “Manolo”, quien después se apodaría “El Cordobés” gozando de gran fama y cartel.
El toro demostró poca fuerza, pero “Paquirri” lo lidió con excelente técnica sacándole partido en todo momento. Escuchó música y el público apreció su apasionada entrega, ligando tandas de derechazos, toreando en redondo, naturales de gran calidad, en ocasiones mirando al tendido y pases de pecho portentosos. Su variada faena la culminó logrando una buena estocada, siendo premiado, el valentísimo y seguro diestro, con una oreja que pasearía dando la vuelta al ruedo entre ovaciones.
Nadie presintió lo que se avecinó. Se abrió la puerta de toriles y salió el cuarto toro para “Paquirri”. Su nombre “Avispado”, negro, marcado con el número 9. Era muy astifino y había rematado, varias veces, con bastante saña y violencia en el burladero.
“Paquirri” lo lanceó con el capote con seguridad y excesiva confianza mirando al tendido. Cuando lo intentaba llevar al caballo, el toro le hizo un extraño, se le venció y lo empitonó con gran violencia y fuerza en el muslo derecho. El diestro duró una eternidad en la cara del toro, tratando de librarse de los pitones asesinos de “Avipado”. Estaba en volandas y no podía apoyar los pies, mientras que el toro hundía hasta la mazorca el pitón destrozando el muslo del pobre “Paquirri”. Llevaba en su humanidad una cornada de caballo, gravísima e impresionante.   
El traslado a la enfermería fue angustioso. El callejón era sumamente estrecho. Los que le conducían equivocaron el trayecto a la enfermería resultando el más largo para el torero quien perdía gran cantidad de sangre. Tardaron mucho tiempo en llegar a la enfermería. La puerta de la misma se encontraba cerrada y tuvieron que romper los vidrios de la puerta para abrirla. El destino de “Paquirri” en esa precaria enfermería era el menos esperanzador. No había nada para socorrerle y brindarle la asistencia necesaria. La gravedad de la cornada, el estado del torero y la caótica situación de la enfermería hacían imposible que pudieran salvarle la vida. Se perdió mucho tiempo. Desesperación e impotencia era lo que se vivía, mientras atendían a “Paquirri”.
Todos estaban muy nerviosos. Las imágenes dentro de la enfermería fueron dramáticas. Empezaban a cortar con una tijera la taleguilla del traje de luces de “Paquirri” y el destrozo del muslo era evidente. Un boquete enorme con incontenida hemorragia. Se desangraba el veterano diestro. La camilla estaba llena de su sangre torera. Sus compañeros le gritaban: ¡Tranquilo Paco!
Francisco Rivera “Paquirri”, lucía un rostro pálido pero demostró en esos difíciles momentos una serenidad pasmosa. Qué torero tan valiente, presentía su triste final, pero calmaba a los que lo rodeaban y hasta le daba órdenes al doctor indicándole lo que tenía que hacer, expresando: “Doctor, yo quiero hablar con usted, por favor, la cornada es fuerte y tiene al menos dos trayectorias una para acá y otra para allá. Abra todo lo que tenga que abrir, que lo demás está en sus manos”.
“Que me enjuaguen la boca con agua”. Se enjuagó la boca y escupió con bastante fuerza el agua, mientras ordenaba mantener la calma. El pitón había seccionado la arteria femoral y la vena safena del tercio superior del muslo derecho. Los médicos mostraban su impotencia, pero lograron ligar las arterias que tenía rotas, logrando detener un poco la hemorragia. Requería ser asistido, inmediatamente, en un centro de cirugía vascular especializada.
Se tomó, finalmente, la decisión de enviarlo en una ambulancia que partió a las 8:10 de la noche al Hospital Reina Sofía de la ciudad de Córdoba al Servicio de Cirugía Vascular. La ambulancia se dirigía a gran velocidad con el cuerpo de “Paquirri”, un reanimador anestesista y el Dr. Ruiz González. Durante el trayecto al mozo de estoques de “Paquirri”, se le escapó la expresión: “¡Que se nos muere!”. Hubo una parada de segundos para reanimarle y cuando se dieron cuenta que seguía respirando, retomaron el camino. Al Hospital Reina Sofía era imposible llegar y cambiaron el rumbo al Hospital Militar de Córdoba, porque el grave estado del torero no permitía perder más tiempo. Como a las 9:05 de la noche, llegaron al Hospital Militar. “Paquirri” estaba prácticamente muerto. Le realizaron tratamiento de reanimación, pero no resultó y el valeroso diestro falleció.
La noticia de su muerte impactó al mundo entero. Su funeral fue multitudinario, siendo su cuerpo paseado a hombros en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla en compañía de su viuda, la famosa cantante, Isabel Pantoja, Juan Carlos Beca Belmonte, familiares, amigos e importantes figuras del toreo que se hicieron presentes.
Rafael Dupouy Gómez, autor del artículo, ante la tumba de Francisco Rivera “Paquirri” en el Cementerio de San Fernando en Sevilla. Año 2011. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
La cornada mortal de “Paquirri”, impidió que la afición taurina venezolana lo pudiera ver torear en la plaza de toros Nuevo Circo de Caracas (Venezuela) en donde estaba contratado.
Sus restos reposan en el Cementerio de San Fernando en Sevilla, muy cerca de grandes figuras del toreo como: “Joselito”, Ignacio Sánchez Mejías y Rafael Gómez “El Gallo”.
Sus hijos, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, de su primer matrimonio con Carmen Ordóñez, se convirtieron en destacadas figuras del toreo, llevando con gran responsabilidad, dignidad e hidalguía el recuerdo de su difunto padre.
Francisco Rivera “Paquirri”, demostró ser un torero en toda la extensión de la palabra. Su pundonor, coraje y amor propio quedó demostrado en los ruedos del mundo. Todo lo que había conseguido en la vida se lo debía al toro. Pagó con su sangre su amor por la profesión, brindándonos una lección de vida, valor y torería difícil de superar.
Que Dios lo tenga en su gloria.

Rafael Dupouy Gómez

jueves, 26 de septiembre de 2019

CENTENARIO DE LA ALTERNATIVA DE "CHICUELO"


(Por: Rafael Dupouy Gómez)


El célebre diestro sevillano Manuel Jiménez “Chicuelo”. 
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Celebración del Centenario de su alternativa, a los 17 años de edad, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, el 28 de septiembre de 1919, de manos de Juan Belmonte quien le cedió al toro “Vidriero” de Santa Coloma, ante la presencia de Manolo Belmonte.

Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo” vino al mundo, el 15 de abril de 1902, en la calle Betis, número 11, del barrio de Triana (Sevilla). Vivió y se crió desde pequeño en la sevillana Alameda de Hércules. Hijo del matador de toros Manuel Jiménez Vera “Chicuelo” (padre), quien tomó la alternativa el 15 de septiembre de 1901, en Madrid, de manos de Antonio Moreno “Lagartijillo”, cediéndole al toro “Jineto” de la ganadería de Pablo Romero. “Chicuelo” (padre), había estado regular ante el toro de su alternativa; durante la lidia de su segundo, estuvo mal y le devolvieron el toro a los corrales. El diestro en un arrebato de rabia y frustración intentó suicidarse, sin lograr su cometido. Durante su carrera taurina sobresalió por su arte y buen manejo del capote, siendo un elegante banderillero, destacándose por su forma eficiente de matar a los toros.

Como dato curioso, Manuel Jiménez Vera “Chicuelo” (padre) se presentó en Venezuela para torear en la temporada 1904-1905. Debutó en Caracas, el 27 de noviembre de 1904 en compañía de José Campos “Campitos”, también debutante. “Chicuelo” (padre) triunfó, repitiéndose el mismo cartel, el 4 de noviembre de 1904. El 18 de diciembre de 1904, se celebró en el Circo Metropolitano de Caracas una corrida a beneficio de “Chicuelo” (padre), lidiando y matando siete toros en solitario de la ganadería venezolana “El Banco”, siendo admirable el arte y valor que impuso esa tarde. El 25 de diciembre de 1904, “Chicuelo” (padre) se presentó con Emilio Soler “Canario”, su maestro, actuando de sobresaliente José Campos “Campitos”, el día siguiente, 26 de diciembre, triunfó en Cagua (Estado Aragua).  El 1 de enero de 1905, “Chicuelo” (padre) compartió cartel con “Canario” y “Campitos”. El 8 de enero de 1905, “Chicuelo” (padre) se presentó con el venezolano Pablo Mirabal “El Rubio”, quien resultó corneado en la ingle y “Canario” que se fracturó el peroné a consecuencia de una voltereta. “Chicuelo” (padre) terminó la corrida escuchando palmas. Los astados pertenecieron a la ganadería del Gral. Juan Vicente Gómez. El 15 de enero de 1905, “Chicuelo” (padre), en la corrida de su beneficio y despedida de Venezuela, compartió cartel con los diestros venezolanos “El Rubio” y Vicente Mendoza “El Niño”, a quien le concedió la alternativa. Vicente Mendoza era el padre del popular matador de toros Julio Mendoza Palma. A “Chicuelo” (padre) lo acompañó en su cuadrilla, Eduardo Borrego Vega “Zocato”, la persona que crió e introdujo en el toreo a su hijo, el posteriormente famoso, Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo”.


Manuel Jiménez Vera “Chicuelo” (padre) anunciado y actuando en el Circo Metropolitano de Caracas, Venezuela, en 1904. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).


“Chicuelo” (padre) enfermó de tuberculosis y falleció el 18 de noviembre de 1907. Su hijo, Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo”, tenía cinco años de edad cuando perdió a su padre. Su tío Eduardo Borrego Vega “Zocato”, se encargó, a la muerte de “Chicuelo” (padre), de criar, educar y formar a su sobrino como torero. Posteriormente, llegó a convertirse en su apoderado. Como dato curioso, el célebre diestro Ricardo Torres “Bombita”, organizó una suscripción en Sevilla a beneficio del desaparecido “Chicuelo” (padre) y “Pepete” tuvo la misma iniciativa en México en donde “Chicuelo” (padre) gozó de gran estima y simpatía.

Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo”, cosechó innumerables triunfos y se destacó como el mejor novillero de su época. A los 16 años debutó, el 19 de abril de 1919, en Sevilla. 

Tomó la alternativa a los 17 años de edad, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, el 28 de septiembre de 1919, de manos de Juan Belmonte quien le cedió al toro “Vidriero” de Santa Coloma, ante la presencia de Manolo Belmonte. 


Alternativa de "Chicuelo" en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, el 28 de septiembre de 1919, de manos de Juan Belmonte. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).


El 30 de septiembre de 1919, en la misma plaza, “Chicuelo” fue el triunfador de la tarde al cortar dos orejas, alternando con Rafael Gómez “El Gallo”, Juan Belmonte y Manolo Belmonte, ante reses de Pérez de la Concha y de Rincón.

El 18 de junio de 1920, confirmó su alternativa en Madrid, lidiando al toro “Volandero” del Duque de Veragua, que no resultó bueno para su lucimiento. A su segundo enemigo, le realizó una gran faena, saliendo a hombros a pesar de no haber acertado con la espada. Compartió cartel con Rafael Gómez “El Gallo”, Juan Belmonte y Diego Mazquiarán “Fortuna”. El 21 de abril de 1921, lidiando reses de Miura en el Maestranza de Sevilla, “Chicuelo” cortó dos orejas, alternando con Rafael Gómez “El Gallo” y Manuel Granero. Realizó viaje a América, triunfando en Lima, Perú. Ese año sumó 70 corridas de toros.

En el magnífico libro escrito por mi recordado amigo, el destacado cronista taurino venezolano Dr. Pepe Cabello, “Toreros fuera del ruedo”, Manuel Jiménez “Chicuelo” le explicó cómo surgió la creación de la “chicuelina”, su principal aporte en la historia del toreo, además del pase de “costadillo” y el “delantal”. Recordaba que una tarde cualquiera en Sevilla, había ejecutado el lance, pero en Valencia (España), compartiendo cartel con Manuel Varé “Varelito” y Manuel Granero, el 9 de abril de 1922 ante el toro “Muleño” de Guadalest, se dio cuenta que había realizado una innovación en el toreo de capa, la “chicuelina”. Recordaba el maestro sevillano lo siguiente:

“Fue a un toro de Guadalest que le pertenecía a Granero, me embistió con fuerza. Yo había realizado esa tarde en Valencia (España) muchos quites, el público esperaba con interés mi intervención. Entonces giré con las manos en alto, envolviéndome con el capote, en seis oportunidades. ¡La gente enloqueció! Mi lance original era con las manos en alto, muy diferente a la “chicuelina” actual con los brazo caídos. Después de realizar el lance en Valencia (España), no me recordaba cómo había sido aquel momento de inspiración. ¡Y tuve que ensayar de nuevo para hacerlo! Existe la creencia que yo sólo toreaba con el capote, pero en verdad me considero como un buen muletero. Claro, mi “chicuelina” me dio mucha fama, la gente al escuchar el nombre de “Chicuelo” piensa en la capa”.

El 29 de septiembre de 1924, en la Maestranza de Sevilla ante ganado de Pérez de la Concha, “Chicuelo” triunfó cortando dos orejas y rabo. Lo acompañaron esa tarde los diestros Antonio Posada y Manuel Báez “Litri”. El 12 de octubre de 1924, en la misma plaza, volvió a triunfar cortando dos orejas. Actuaron el rejoneador cordobés don Antonio Cañero, Ignacio Sánchez Mejías que cortó una oreja esa tarde y Antonio Posada. Se lidiaron reses de Flores Íñiguez (2), Guadalest (2), Rincón (2) y Flores Tassara (1).

Manuel Jiménez “Chicuelo”, viajó a México y obtuvo numerosos triunfos importantes, especialmente en los años de 1924, 1925, 1926 y 1927, convirtiéndolo en un auténtico ídolo de la afición de ese país. Compartió varias veces cartel con Rodolfo Gaona. El 25 de enero de 1925, en la plaza de toros de El Toreo, México, D.F., realizó una gran faena al toro “Toledano” de la ganadería de Atenco, recibiendo los máximos trofeos. El 1 de febrero de 1925, en el coso de El Toreo, estoqueó cinco toros de San Mateo al resultar herido su compañero de cartel Rodolfo Gaona. “Chicuelo” le cortó las orejas y el rabo al toro “Lapicero”. El 25 de octubre de 1925, en la plaza de toros de El Toreo, México, D.F., realizó al toro “Dentista” de la ganadería de San Mateo, una faena inmortal y grandiosa, recibiendo a su enemigo con ocho espléndidas verónicas. Con la muleta, ejecutó alrededor de 25 pases naturales maravillosos, de la firma y por alto de gran factura. Le otorgaron las dos orejas y el rabo a pesar de no estar bien con la espada, saliendo cuatro veces a los medios para agradecer al público la ovación. Alternó esa tarde con los diestros el mexicano Juan Silveti y el español Manolo Martínez. También, en la misma plaza, el 26 de diciembre de 1926, nuevamente triunfó cortándole las dos orejas y el rabo al toro “Pintor”, cuarto de la tarde, de la ganadería mexicana de San Mateo. Alternó con los diestros Marcial Lalanda y José “Pepe” Ortiz. “Chicuelo” volvió a cortar dos orejas y el rabo, en la misma plaza, el 6 de febrero de 1927, a un toro de la ganadería de San Diego de los Padres, en la Corrida de la Prensa, en un mano a mano junto a José “Pepe” Ortiz, teniendo que soportar el torrencial aguacero que caía.

Manuel Jiménez “Chicuelo” contrajo matrimonio, el 10 de noviembre de 1927, con la bellísima y simpática Dolores Castro Ruiz, la popular bailaora y cupletista conocida como “Dora la Cordobesita”. La famosa esposa de “Chicuelo”, frecuentemente, aparecía fotografiada con sombrero cordobés y guitarra, en otras imágenes, se le podía ver luciendo montera y capote de paseo. Llegó a cautivar la atención del genio de la pintura Julio Romero de Torres, quien la inmortalizó en varios de sus cuadros sirviéndole de modelo.

El 24 de mayo de 1928, en Madrid, “Chicuelo” realizó al toro “Corchaíto” de la ganadería de don Graciliano Pérez Tabernero, una faena memorable, considerada por los críticos y aficionados taurinos como una de las mejores realizadas en todo el siglo XX. Destacaron sus series ligadas de naturales, su gracia sevillana y torería. Había pinchado en lo alto dos veces y colocó media estocada en buen sitio que le valieron, a petición del público, las dos orejas y el rabo. Ese año toreó un total de 81 corridas ocupando el primer lugar del escalafón taurino. El 28 de octubre de 1928, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, “Chicuelo” obtuvo otro triunfo clamoroso al cortar dos orejas y rabo, ante reses de Moreno Santamaría, en un mano a mano junto a Francisco Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”. 

La inolvidable faena de “Chicuelo” en Maracay (Venezuela)

En la Maestranza de Maracay, Venezuela, año 1935. De izquierda a derecha: Florencio Gómez Núñez, Vicente Barrera, Juan Vicente Gómez Núñez y Manuel Jiménez "Chicuelo". (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).


Para las Ferias de Maracay de 1935, los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, contrataron a la gran figura del toreo de España, el genial artista sevillano, Manuel Jiménez “Chicuelo” que de todos los toreros de aquella época, era quizás el que tenía mayor personalidad. Con sus célebres “chicuelinas”, lance que se convirtió en innovación aportada por el toreo de capa del artista y que tanto interés despertó en el público. Señalaba mi abuelo Florencio al respecto: “A mi hermano Juan Vicente y a mí nos pareció interesante traerlo a Venezuela, especialmente, para presentarlo en la Maestranza de Maracay (Venezuela), porque “Chicuelo” representaba la gracia, el garbo y la elegancia. Era un torero muy fino y artista. El mejor cultivador del pase natural”.

Como en las Ferias anteriores, se presentaron subalternos de gran renombre y prestigio como: Benito Martín “Rubichi”, banderillero sevillano de corta estatura que era íntimo amigo de Manuel Jiménez “Chicuelo”. Ingresó en su cuadrilla en 1927, convirtiéndose en uno de los subalternos más solicitados. “Rubichi” y Rafael Ortega “Cuco” actuaron bajo las órdenes de “Chicuelo” en las tres corridas que toreó en Maracay.
  
El Programa de las Feria de Maracay de 1935, anunciaba lo siguiente: “Entusiasmo de los fanáticos por la colorida fiesta de la sangre y del sol y orgullo no tan sólo de los aficionados sino de todo buen venezolano, es el que podamos ver en nuestras arenas patrias a Vicente Barrera, quien con Ortega y Juan Belmonte integran la máxima trinidad del toreo español, y al famoso autor de las chicuelinas, Manuel Jiménez, “Chicuelo”. Justa admiración le debe la afición venezolana, a los señores don Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, propietarios de “La Providencia”, ganadería en la que cifran sus más ardientes esperanzas los verdaderos amantes de la magnífica fiesta, y sin cuya desinteresada cooperación e inteligentes esfuerzos, no habría tomado el auge que tienen actualmente entre nosotros, esta fiesta de la luz y del valor que bien se podría llamar, con absoluta propiedad: La Fiesta de la Raza”.

En la primera corrida de la Feria de Maracay, el 18 de enero de 1935, actuaron los diestros españoles Manuel Jiménez “Chicuelo” y Vicente Barrera en compañía del matador de toros mexicano David Liceaga. Se lidiaron  tres toros media casta de “La Providencia” y tres toros de pura casta de Don Graciliano Pérez Tabernero. El Gral. Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, acudió a presenciar la corrida, que por cierto estuvo bastante animada por la gran concurrencia de público. Los diestros participantes lograron algunos detalles de buen arte. “Chicuelo” destacó por su toreo de capa, fino y variado. Con la muleta ejecutó algunos pases de calidad y clase, siendo muy ovacionado en el cuarto toro, dando la vuelta al ruedo. Lo más vistoso y destacado de la corrida, fueron los quites con el capote realizados por “Chicuelo” y Barrera al cuarto toro de Graciliano Pérez Tabernero que permitió el lucimiento de ambos, hasta provocar el delirio del público que premió la belleza de sus quites lanzando prendas y sombreros al redondel.

David Liceaga, sufrió una cornada de 15 centímetros de profundidad en la axila por un toro media casta de “La Providencia”, convirtiéndose en el primer torero herido por asta de toro en la Maestranza de Maracay. La cornada fue impresionante porque parecía que el toro lo había herido en el pecho  El diestro mexicano fue trasladado, inmediatamente, a la enfermería siendo atendido por el personal médico que realizó una excelente intervención. “Chicuelo” tuvo que matar al toro con media estocada en lo alto y descabello.

En la segunda corrida de la Feria, celebrada el sábado 19 de enero de 1935, actuaron los diestros Manuel Jiménez “Chicuelo”, Eleazar Sananes “Rubito” y Vicente Barrera, enfrentándose a tres toros media casta de “La Providencia” y tres de pura casta de Don Antonio Pérez Tabernero. Esa corrida fue histórica y memorable, por lo que realizó “Chicuelo” aquella tarde, que hizo al público presente aplaudir con entusiasmo su extraordinaria faena.

Recordaba mi abuelo Florencio Gómez Núñez: “En mi opinión, la faena más grande hecha en Venezuela fue la realizada por Manuel Jiménez "Chicuelo", en la Plaza de Toros Maestranza de Maracay el 19 de enero de 1935. El toro se llamaba “Carpintero”, era el cuarto de la tarde, marcado con el número 61, de Don Antonio Pérez Tabernero. “Chicuelo” le cortó las dos orejas y el rabo, pero no fue sólo por cortar las orejas y estar muy bien, sino por el arte que le imprimió el torero sevillano a ese toro.


Le pegó diez y seis naturales a un toro perfecto, bravo y noble. Fue el ejemplar mejor lidiado que he visto en Venezuela y quizás en mi vida, porque en España tampoco vi nunca a un toro tan bien lidiado como ese. A tal punto que esa faena la recuerdan todos los aficionados enormemente y no la pueden olvidar. "Chicuelo" toreó divinamente bien con el capote, con ese estilo clásico de sus verónicas a pies juntos y además haciendo el compás y dando una media verónica de las más grandes vistas por mí hasta este momento. Sensacionales y clásicas fueron las cinco "chicuelinas" que realizó al toro “Carpintero” de la gran faena de Maracay.

Manuel Jiménez “Chicuelo”, ejecutando su clásica “chicuelina” durante la célebre actuación en la Maestranza Maracay, Venezuela, el 19 de enero de 1935. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Manuel Jiménez “Chicuelo”, antes de irse para España, nos regaló el traje de luces tabaco y oro que vistió en esa memorable tarde, acompañado con una bonita dedicatoria. “Chicuelo” siempre recordaba con especial cariño, esa faena que realizó en Maracay, considerándola como una de las mejores ejecutadas por él, en toda su carrera taurina”.

La dedicatoria de Manuel Jiménez “Chicuelo” a los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, decía: “Con este traje tabaco y oro he toreado muy a mi gusto el toro N° 61, “Carpintero”, de Don Antonio Pérez Tabernero, de San Fernando, en la segunda corrida de la Feria de Maracay, la tarde del sábado 19 de enero de 1935. Lo regalo a los caballerosos aficionados, Don Juan Vicente y Don Florencio Gómez Núñez, con toda simpatía en demostración perdurable de mi afecto y amistad sinceros”.
Manuel Jiménez “Chicuelo”
(Maracay, 21 de enero de 1935)

Rafael Dupouy Gómez, autor del artículo, muestra la cariñosa dedicatoria que Manuel Jiménez "Chicuelo" le hizo a su abuelo Florencio y su tío Juan Vicente  Gómez Núñez en 1935. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

La crónica taurina publicada en el periódico “El Nuevo Diario”, reseñó sobre la gran faena de “Chicuelo”, lo siguiente: “Manuel Jiménez “Chicuelo” y Vicente Barrera cortan orejas y rabos. Sananes cumplió. Los toros de Antonio Pérez de San Fernando, excelentes, y buenos los de La Providencia. La corrida fue prestigiada por el Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez, sus familiares y Cuerpo de Edecanes.

¿Cómo decir que torea “Chicuelo” con el capotillo? Decirle a nuestros lectores que con las manos muy bajas, pasando el toro muy cerca, mandándole como las propias rosas, cuidándolo muchísimo, suavemente, metiendo el capote en los hocicos desde muy lejos y llevándolo hipnotizado en todo el viaje, es cosa que ya han dicho todos, pero explicar cómo lo hace Manolillo Jiménez es imposible; solamente recurriré a decir que “Chicuelo” se copia a sí mismo, se mejora en cada lance y se parece solamente a Manuel Jiménez, el de Sevilla. Pero donde “Chicuelo” se salió de sus propias normas fue en la faenaza de muleta que escribió sobre las arenas del circo, en su toro cuarto, de D. Antonio Pérez de San Fernando; no lo olviden.
           
Prodigio de naturales como si hacerlos delante de un astado fuera la cosa más natural del mundo, sus preciosos pases de costadillo, de pecho, molinetes y ayudados por alto, siempre sobre la mano izquierda. Pero el gran mérito, el enorme mérito de esta faena, no fue la variedad y calidad de los pases que dio al bravo toro de casta, fue la serie de pases idénticos, sin alterar para nada el ritmo de la embestida del toro, ni hacer mover siquiera los machos de la taleguilla.
           
Fue en resumen una faena de cuarenta o cincuenta muletazos enormes, mejor siempre el último, ligada en un palmo de terreno, sin permitir que una sola vez metiera nadie el capote. Solo y en los medios toreó a placer, regalándose el ánimo, satisfaciéndose a sí mismo, y casi sin darse cuenta que miles de personas puestas en pie rugían y agitaban los pañuelos, pidiendo la oreja, cuando aún el diestro no había ni quería cuadrar al animal.
           
A matar entró como lo han dispuesto los técnicos y mandones de la torería, derecho y con la vista fija en el morrillo, para dejar una casi entera que tumba al toro patas arriba. En medio de atronadora ovación, corta orejas y rabo, con vuelta al ruedo, salida a los medios y el delirio que ha producido calentura al 90 por ciento de los espectadores. Si en lugar del técnico Henrique Chaumer, tenemos a otro, “Chicuelo” se trae el toro para el hotel de regalo; primero las orejas, después el rabo, las patas, la cabeza y el lomo. Ahí ha quedado esa faena, escrita por Manuel Jiménez “Chicuelo” en las arenas de la Maestranza de Maracay, en la tarde del 19 de enero del año de gracia 1935”.
           
Recordó Manuel Jiménez “Chicuelo”, en una charla en el hotel Colón de Sevilla con el cronista taurino venezolano Pepe Cabello, publicada en el libro “Toreros fuera del ruedo”, su memorable faena en Maracay, aquel 19 de enero de 1935: “Sinceramente considero que fue una de mis mejores faenas. Era bravo el toro y le pude dar muchos naturales. ¡Muchos!”

La tercera y última corrida de la Feria de Maracay fue celebrada el domingo 20 de enero de 1935. Componían el cartel los diestros: Manuel Jiménez “Chicuelo”, Vicente Barrera y Juan Martín Caro, “Chiquito de la Audiencia”. Marcó un gran acontecimiento taurino, y fue una corrida histórica, ya que por primera vez en Venezuela se lidiaron en una misma corrida seis toros españoles de pura casta. Tres toros de don Graciliano Pérez Tabernero, de Salamanca (Divisa: azul celeste, rosa y caña) y tres toros de pura casta de don Antonio Pérez, de San Fernando, Salamanca (Divisa: azul, encarnada y amarilla).

Manuel Jiménez “Chicuelo” fue ovacionado, fuertemente, después de realizar el paseíllo, como recuerdo de la extraordinaria faena realizada por él en la corrida anterior. Estuvo muy dispuesto y entregado en ambos toros. Volvió a deleitar al público asistente toreando con el capote. Con sus compañeros de cartel, hizo unos quites muy vistosos y los tres matadores fueron muy aplaudidos por sus magníficas demostraciones de arte. “Chicuelo” realizó una buena faena de muleta a su segundo toro que pudo ser premiada con la oreja, pero falló con la espada y esto le privó del trofeo. Vicente Barrera, consiguió un resonante triunfo realizando una faena variada y completa que le valieron las dos orejas y el rabo de su segundo toro.

El 7 de marzo de 1937, nació el hijo de Manuel Jiménez “Chicuelo”, Rafael Jiménez Castro, quien se convertiría, posteriormente, en matador de toros, anunciándose como “Chicuelo Hijo”, tomando la alternativa, el 6 de abril de 1958 en Sevilla de manos de Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez como testigo. Su padre Manuel Jiménez “Chicuelo” presenció emocionado desde el callejón la corrida. Otro de sus hijos, Manuel Jiménez Castro, también incursionó en el toreo como novillero.

El 2 de julio de 1939, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en la corrida de la Prensa, lidiando reses de don Clemente Tassara, Manuel Jiménez “Chicuelo”, le dio la alternativa a Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, actuando de testigo Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”. El maestro sevillano “Chicuelo”, cortó dos orejas y rabo; “Gitanillo de Triana”, cortó dos orejas y Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete, dos orejas. El 4 de junio de 1942, triunfa “Chicuelo” nuevamente en esa plaza de toros, ante reses de Núñez, en la corrida de la Prensa, cortando dos orejas y rabo, alternando con el “Andaluz” y Antonio Bienvenida.


Manuel Jiménez “Chicuelo”, concediéndole la alternativa a “Manolete”, el 2 de julio de 1939 en Sevilla. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Manuel Jiménez “Chicuelo”, se presentó nuevamente en tierra venezolana en 1940, actuando tres tardes en el Nuevo Circo de Caracas. El 14 de enero, en compañía de Antonio García “Maravilla” en un mano a mano, lidiando toros de la ganadería del marqués de Villamarta. Los diestros, a pesar de su buena voluntad, no pudieron lucirse por el comportamiento de las reses. El 21 de enero, se volvió a presentar “Chicuelo” con Joaquín Rodríguez “Cagancho” y José Ignacio Sánchez Mejías, quien recibió la alternativa de manos de “Chicuelo” (considerada no válida en España). Se lidiaron toros de la ganadería de doña Rosalía Surga. “Cagancho” fue el triunfador cortando dos orejas a su primer enemigo. “Chicuelo” sobresalió ante su primer toro realizando sus célebres “chicuelinas” y escuchó música en su segundo. El 28 de enero, se lidiaron toros de don Felipe Bartolomé para los matadores Manuel Jiménez “Chicuelo”, José Ignacio Sánchez Mejías y Jaime Pericás que cortó dos orejas y rabo a su segundo.


Su última actuación fue el 1 de noviembre de 1951 en Utrera, Sevilla, ante reses de Concha y Sierra, apadrinando a los doctorados Juanito Doblado y Juan de Dios Pareja Obregón. El 25 de abril de 1965, la muerte de su queridísima e inseparable esposa, Dolores Castro Ruiz “Dora la Cordobesita”, sumió a Manuel Jiménez “Chicuelo” en una profunda tristeza que afectó mucho su estado de ánimo. Fue un matrimonio feliz. “Chicuelo”, partió a su encuentro entregando su alma en Sevilla, el 31 de octubre de 1967. Como un merecido homenaje de reconocimiento y recuerdo a su torería, se inauguró una bellísima escultura en bronce de Manuel Jiménez “Chicuelo” en el barrio sevillano de la Alameda de Hércules por el alcalde de la ciudad, el 21 de agosto de 2009. Su hijo Rafael Jiménez Castro “Chicuelo Hijo” estuvo presente en el acto.


En el Centenario de su alternativa, he querido recordar en este artículo a la gran figura del toreo que fue Manuel Jiménez “Chicuelo”, quien dejó plasmadas para la posteridad faenas de ensueño como la realizada en la Maestranza de Maracay en 1935 y en otras plazas de toros importantes del mundo.


Rafael Dupouy Gómez