(Por: Rafael Dupouy Gómez)

El venezolano César Faraco recibe la alternativa de manos del maestro
Antonio Bienvenida, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid,
España, el 13 de mayo de 1955. Semanario Taurino "El Ruedo".
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
El pasado día, 13 de mayo de 2025, se cumplió el 70° Aniversario de una
efeméride importante para la historia del toreo venezolano, me refiero a la
alternativa del inolvidable maestro merideño César Faraco el "Cóndor de
los Andes", muy querido y siempre recordado amigo.
Lo conocimos desde niños, cuando nuestro abuelo Florencio Gómez Núñez, gran
amigo de la familia Bienvenida y de César Faraco, nos hablaba siempre de él con
cariño y admiración, especialmente, por su constante dedicación como principal
figura del toreo nacional. Se distinguió por su don de gente, su trato
respetuoso, sincero, afectuoso, cálido, sencillo, caballeroso y educado.
Las personas que tuvimos la fortuna de conocerlo personalmente, nunca
olvidaremos su gran calidad humana.
Los comienzos de César Faraco fueron duros. Se mantuvo luchando
tenazmente por abrirse camino en España. Su gran amigo, el ídolo venezolano
Luis Sánchez Olivares "Diamante Negro", fue quien lo orientó y guió
por el camino correcto en un momento en el que César se sintió perdido y
decepcionado de su carrera.
El "Diamante Negro", le tendió la mano a su compatriota, llevándolo
a la casa de la familia Bienvenida en la calle General Mola Nº 3, para presentarle
al "Papa Negro", quien se convertiría después en su mentor y
apoderado al observar sus facultades y buenas maneras de interpretar el toreo.
El "Cóndor de los Andes", gracias a la disciplina, técnica y
formación dirigida por don Manuel Mejías Rapela, el inolvidable "Papa
Negro", se convirtió en el primer torero no español, que durante la Feria de San Isidro, recibió la
alternativa como matador de toros en la Monumental de Las Ventas
de Madrid, el 13 de mayo de 1955, siendo su padrino Antonio Bienvenida, actuando
como testigo Manolo Vázquez.
A continuación, comparto con los amables lectores, la crónica de la
corrida, publicada en el Semanario Taurino "El Ruedo", escrita por Barico, que
conservamos en nuestro archivos:
LAS CORRIDAS DE LA FERIA DE SAN ISIDRO
PRIMERA CORRIDA. Dos toros de Carlos Núñez y cuatro de Prieto de la Cal
para Antonio Bienvenida, Manolo Vázquez y César Faraco, que tomó la alternativa.
Puestas en olvido las obligaciones que los ganaderos tienen con todos
los públicos, y señaladamente con el de Madrid, en estas corridas de la feria
de San Isidro, ya que en Madrid se da tanta importancia como en Plaza alguna y
más que en la mayoría al toro, no pudo ser dada como de recibo la corrida que
encabezaba el cartel del primer festejo taurino de esta feria. Y el tal cartel
tuvo que ser remendado, en lo que al ganado se refiere, para anunciar a última
hora que serían lidiados tres toros de ganadería de Carlos Núñez y otros tantos
de la de Prieto de la Cal. Tampoco esto fue posible, pues el tercero de Núñez
fue protestado con toda justicia y sustituido por otro de Prieto de la Cal, con
lo que la corrida quedó con dos toros de Núñez y cuatro de Prieto de la Cal,
jaboneros tres de éstos.
EL GANADO
La primera res que pisó el ruedo en esta feria de San Isidro, y con la
que tomó la alternativa el venezolano César Faraco, estaba marcada con el número
12 y llevaba el nombre de "Bocinero". Fue pequeña y nada brava. Tomó la primera
vara sin codicia, se dolió en el segundo encuentro y salió suelta del tercero.
En el segundo tercio se puso difícil y llegó al último punteando, muy a la
defensiva cuando embestía, cosa que rara vez hizo. Manso sin paliativos. Dio en
bruto 470 kilos de peso.
El segundo toro, también de Núñez, disimulaba su poco trapío con una
bien armada cabeza. Salió huído, se portó regularmente en cuatro encuentros con
los Picadores y embistió siempre con las manos por delante. Dio un peso de 479
kilos en bruto.
El tercero, de Prieto de la Cal, mejor presentado que los anteriores,
mansurroneó en varas, pero fue noble, y aunque algo soso, se dejó torear. Dio
482 kilos en bruto.
El cuarto, también de Prieto de la Cal, tomó cuatro varas y llegó
reservón a la muleta. Dio 481 kilos de peso en bruto.
El quinto, asimismo de Prieto de la Cal derribó en tres ocasiones a los
picadores y se enfrentó con ellos hasta siete veces. Tuvo más poder que
bravura, pero fue manejable. Dio 505 kilos de peso en bruto.
El sexto, también de Prieto de la Cal, tomó cuatro varas y no tuvo dificultades.
Dio 486 kilos de peso en bruto.
ANTONIO BIENVENIDA
Media verónica de Antonio Bienvenida en la primera corrida. Semanario Taurino "El Ruedo". (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Aunque sea repetir lo que todos saben, diré otra vez que se notó la
presencia de Antonio Bienvenida en el ruedo. La lidia fue como debe ir siempre,
y cuando hubo algún momento de desorientación o de apuro, el capote de Antonio
dio solución, fácil solución, como es natural, tratándose de este torero a cualquier
problema. Así, ayudó a Faraco durante la faena al primero: a su banderillero
Guillermo Martín, durante el segundo tercio del segundo toro; al banderillero
Emilio Herrero, en un momento de peligro, y a todos los que lo necesitaron en
cualquier circunstancia.
Pero a mí no me gustó Bienvenida en sus dos faenas. En la primera,
porque después de hecha, cuando él sabía que aquel toro no tenía más muletazos
que la docena que le había dado; docena de muletazos muy a la antigua, de mucha
clase y, por consiguiente, de gran valor, escuchó las indicaciones de parte del
público y alargó su labor innecesariamente. En el cuarto estoy seguro de que
Bienvenida pudo hacer mucho más. Ni se esforzó al torear con la franela, ni se
estrechó al matar, y lo que en otro torero no hubiera tenido importancia, eso
de salir del paso no tiene importancia para algunos, en él no es admisible para
el público que le sigue y para el que siempre, suceda lo que suceda, está
frente a él. Contra Antonio Bienvenida no se puede estar, porque sería tanto
como situarse frente al toreo de calidad; pero sí se puede estar frente a
Antonio Bienvenida en determinadas tardes, y en la primera corrida de la feria
de San Isidro, el público estuvo frente a Antonio Bienvenida en el cuarto toro.
Y siguió en su actitud en el quinto; pero tuvo que aplaudirle con fuerza por un
quite que hizo en el sexto. Es claro que todo lo que hizo Bienvenida estuvo a
la altura deseada; pero pecó por omisión. A su primero lo despachó de media
perpendicular y el descabello al primer intento, y a su segundo, de una entera.
MANOLO VÁZQUEZ
Un derechazo de Manolo Vázquez a su primero. Semanario Taurino "El
Ruedo". (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
El sevillano Manolo Vázquez tuvo la fortuna de lidiar el mejor lote. No
fueron sus toros, ninguno de los dos, modelo de bravura, pero sí de docilidad,
y el muchacho aprovechó estas buenas condiciones para torear con mucha gracia
con el capote y con garbo y buen son con la muleta. A su primero lo toreó por bajo,
en redondo, naturales y de pecho, provocando las arrancadas con voces y
actitudes muy toreras.
Los Vázquez saben el valor que tiene la voz en el toreo, y es una
delicia ver cómo aprovechan todo recurso lícito para procurar que las reses se
arranquen alegres a la muleta que les desafía. Manolo Vázquez mató a su primer
toro de un estoconazo y hubo petición de oreja y vuelta al ruedo. También en el
quinto logró hacerse aplaudir al torear con el capote y al muletear por
redondos y suaves pases por bajo. Mató de un pinchazo y media estocada y salió al
tercio. En el sexto hizo un quite magnífico.
CÉSAR FARACO
Dos momentos de César Faraco recibiendo la alternativa de manos del maestro Antonio Bienvenida, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de
Madrid, el 13 de mayo de 1955. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Histórica publicidad del Semanario Taurino "El Ruedo" señalando
la fecha memorable de la alternativa del torero venezolano César Faraco, el 13
de mayo de 1955, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, de
manos de su padrino, el caraqueño Antonio Bienvenida. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Tomó la alternativa el venezolano César Faraco, torero hecho ya para
mayores empresas que las novilleriles.
No tuvo demasiada suerte en el lote, porque el toro de la alternativa
era manso y huía hasta de su sombra y el sexto llegó a la muleta muy apagado.
Pero César Faraco demostró que se sabe bien la papeleta y que no ha perdido ni
un átomo del valor que ha derrochado desde que pisó por primera vez los ruedos
españoles. Faraco no tiene en cuenta la distancia a que se halla de los
pitones; él sabe que un torero dueño de sus conocimientos y de sus facultades
sale siempre del atolladero airosamente, un siempre relativo, como lo es todo
en el arte de torear.
Un muletazo de César
Faraco al toro de su alternativa. Semanario Taurino "El Ruedo".
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Al primer toro lo capeó con valentía, y a fuerza de exponer mucho, en
terrenos muy comprometidos, le dio hasta cuarenta muletazos, de ellos dieciséis
naturales. Algo muy difícil de lograr cuando no se porfía tanto como porfió
Faraco. Mató de un pinchazo y una entera, fue ovacionado y dio la vuelta al ruedo.
Caricatura del matador de toros venezolano César Faraco. Semanario Taurino "El Ruedo". (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
El tercio de quites del sexto toro fue de lo mejor de la corrida. Faraco
no se dejó ganar la partida por sus compañeros y logró un quite emocionante y
bello. También en la segunda faena prodigó el venezolano los naturales y
también estuvo valiente hasta la exageración. Buena fue esta segunda faena, y
así lo entendió el público. Después de un pinchazo y media estocada, al rodar
el toro, Faraco fue despedido con una ovación.
LOS SUBALTERNOS
No destacó ninguno de los picadores. Bregando y con las banderillas,
Juan Montaño. Bien con el capote Guillermo Martín. Pepe Iglesias, Rafael Boni y
Alfonso Muñoz.
Barico.
(Publicado en el Semanario Taurino "El Ruedo", el 19 de mayo
de 1955).

Miguel Dupouy Gómez, el maestro venezolano César Faraco y Rafael Dupouy Gómez, el año 1995. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Siempre recordaré un gesto noble de su persona. En diciembre de 1995, quiso
visitar y saludar a mi querido abuelo Florencio Gómez Núñez que se encontraba
enfermo en su hogar. Eso ocurrió pocos días antes de su fallecimiento. Recuerdo
que fue una de las últimas visitas que recibió mi abuelo antes de morir, el 31
de diciembre de 1995.
Mi abuelo, estuvo muy contento de ver a su gran amigo César Faraco y
estuvieron recordando viejos tiempos. Faraco, había participado, recientemente,
en un festival homenaje a don Antonio Aragón, celebrado el 26 de noviembre de 1995
en el Nuevo Circo de Caracas, siendo ovacionado esa tarde por el público
presente que reconoció su esfuerzo por tratar de quedar bien, siendo ésta la
última actuación del "Cóndor de los Andes" en el Nuevo Circo de
Caracas.
Fue nuestro gran César Faraco, un torero fino, artista, sobrio, que
marcó una época imborrable en la historia taurina venezolana. Amaba tanto su
profesión que, como buen maestro, fundó la "Escuela Taurina de San
Cristóbal", Estado Táchira, Venezuela, que lleva su nombre, ofreciendo y
compartiendo sus conocimientos y experiencias, formando a los futuros toreros
de nuestra tierra.
El maestro Faraco, se sentía muy orgulloso de los progresos de esos
muchachos, porque sembró en sus alumnos, la afición, la constancia y la
promisoria continuación de su legado taurino lleno de hidalguía, dignidad y
señorío. Fue un torero dentro y fuera de la plaza.
La última vez que nos vimos fue en Caracas, el 27 de julio de 2010, en
el Restaurante "La Castañuela" de Las Mercedes, con motivo del bautizo
del documental "Los Bienvenida en Venezuela. Huella indeleble en el
corazón de una dinastía", realizado por nosotros, los Hnos. Dupouy
Gómez, bajo la producción técnica y artística de mis sobrinos Rosana, Juan
Manuel y Carlos Eduardo Dupouy García.
El maestro César Faraco, tuvo el honor de ser el padrino de nuestro
documental, bautizándolo con arena de la Plaza de Toros Maestranza "César
Girón" de Maracay en compañía de nuestra madre Rosa Elena Gómez Arráiz.
Acto del Bautizo del documental taurino, realizado por los Hnos. Dupouy
Gómez sobre la dinastía Bienvenida en Venezuela. De izquierda a derecha en la
foto: Miguel Dupouy Gómez, Rafael Dupouy Gómez, el maestro César Faraco, Rosa
Elena Gómez Arráiz y Juan Florencio Dupouy Gómez. Restaurante "La Castañuela", Caracas,
27 de julio de 2010. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Momento del Bautizo del documental taurino, realizado por los Hnos. Dupouy
Gómez sobre la dinastía Bienvenida en Venezuela. Restaurante "La
Castañuela". Caracas, 27 de julio de 2010. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Posteriormente, nuestro documental fue presentado en España, con mucho
éxito, dentro de los actos del I Encuentro Iberoamericano del Círculo Taurino
Amigos de la Dinastía Bienvenida, el 11 de mayo de 2011 en la sala
"Antonio Bienvenida" de la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas de
Madrid.
El último contacto que tuve con el "Cóndor de los Andes", fue
vía telefónica, después de nuestro regreso de España, contándole lo maravilloso
que nos había ido en nuestro viaje. Luego, le enviamos a su residencia en San
Cristóbal como regalo nuestro documental histórico sobre la dinastía Bienvenida
que tanto marcó su carrera taurina y en la que se le mencionaba, apareciendo el
diestro merideño en varias fotografías.
César, estaba muy contento y agradecido por el obsequio. Me dijo que lo
iba a conservar con especial cariño y lo proyectaría en su Escuela Taurina de
San Cristóbal, para que los muchachos que comenzaban en el difícil mundo del
toro, aprendieran del ejemplo de la dinastía Bienvenida y de los sacrificios
que tuvo que sortear su maestro de la Escuela Taurina, César Faraco.
Nos despedimos con mucho cariño. Así fue nuestro último adiós, bastante cariñoso,
afectivo y sincero.
El jueves 8 de diciembre de 2011, día de la Inmaculada Concepción de
María, alzó vuelo al cielo el "Cóndor de Los Andes" para encontrarse
con Dios en la eternidad.
En este artículo, con motivo del 70° Aniversario de su alternativa,
brindo mi especial recuerdo al amigo incondicional, distinguido caballero, hombre
de bien y figura indiscutible de nuestra torería.
Rafael Dupouy Gómez