(Por: Víctor José López “El Vito”)
Diario Meridiano, 2 de Enero de 1996.
Tal vez haya sido el más importante taurino
venezolano. Su presencia en el escenario venezolano fue definitivo para que la fiesta de los
toros creciera sobre las bases de una ganadería, de las plazas de toros que
sembró su inspiración y de su infatigable estímulo que sirvió de apoyo a los
primeros espadas profesionales de Venezuela. La desaparición de don Florencio
Gómez Núñez enluta al país, le duele a la familia taurina a la vez que devela y
desempolva las páginas de nuestra historia reciente.
Florencio Gómez Núñez falleció ayer en
Caracas. Un hombre que supo transitar con dignidad, en medio de un camino lleno
de turbulencias en la historia de Venezuela. Hijo del General Juan Vicente
Gómez, fue don Florencio, junto a su hermano Juan Vicente, un gran impulsor de
la fiesta de los toros en Venezuela.
Vivió en las entrañas de la historia misma uno
de los segmentos más apasionantes de la vida política venezolana, el período del gobierno de
su padre, el General Juan Vicente Gómez, y supo de los grandes contrastes y
contradicciones de nuestra nación, al padecer exilio político y gozar de la
reivindicación, por la misma causa.
Junto a su hermano Juan Vicente fundó las
ganaderías de “La
Providencia” y de
“Guayabita”, construyó la plaza de toros
de Maracay y ayudó a toreros como Eleazar Sananes “Rubito” y Julio Mendoza “El
Negro”, pareja angular del toreo venezolano.
La de “Guayabita” fue una empresa ciclópea, pues los hermanos
Gómez Núñez, en el año de 1932, desembarcaron en el Puerto de Turiamo
doscientas ochenta cabezas, seleccionadas entre Juan Belmonte y Antonio Cañero
y que habían sido adquiridas en Córdoba de las dehesas de los señores Pallarés
Delsors.
Trajeron vacas, sementales, pie de cría, mulas
y bueyes, vaqueros, hierros, monturas, sogas, todo lo que existía en la famosa
ganadería andaluza, vacada que sigue cosechando triunfos en las más importantes
plazas de España bajo la divisa de Benítez Cubero, Lora Sangrán y de los
Hermanos Pallarés... En Venezuela se difuminó, en medio de un océano de desidia
e ignorancia, el oro de aquella sangre brava, aunque a veces salta en algún
rincón, escondido un berrendo aparejado, o un colorao ojo de perdiz, que
denuncian los encastes originarios de este río de oro bravo que trajeron los
Gómez a Venezuela.
Don Florencio, afable en el trato, reservado
en el comentario, decidió junto a su hermano Juan Vicente que el joven
arquitecto Carlos Raúl Villanueva realizara el proyecto de la plaza de toros de
Maracay. Villanueva, quien más tarde sería ejecutor de importantes obras
arquitectónicas en Venezuela, incluyendo la Ciudad Universitaria
y el Museo de Bellas Artes, ambas en Caracas, viajó a España, vivió en el alma
de las plazas de toros españolas, conoció los patios de caballos y los húmedos
y terrosos pasadizos, así como los chiqueros y los corrales de toda
Andalucía antes de ejecutar el proyecto que discutió junto a don Florencio y
Juan Vicente. Es por eso que esa pequeña plaza le da lecciones de torería,
torerismo, arquitectura y ganadería a las grandes plazas monumentales que con
sentido expansionista, aunque carentes de estilo, clase y buen gusto,
invadieron la geografía taurina nacional.
La amistad de don Florencio con “Rubito” era
tal, que el hijo del general empleó al torero como “listero” en las obras de la
construcción de la plaza del Calicanto y, para su inauguración, contrató a
Sananes para que actuara en la primera corrida de la plaza de Maracay. A la
muerte de su padre, don Florencio y Juan Vicente viajaron al exterior. Juicios
sumarísimos del gobierno de López Contreras le expropiaron sus pertenencias.
Entre estas, la ganadería de “Guayabita”. Al
tiempo fueron reivindicados los hermanos Gómez Núñez, y les fueron devueltas
muchas de sus propiedades. Ya el daño estaba hecho en la ganadería de “Guayabita”, que había caído en manos
del Banco Agrícola.
Hoy la fiesta de los toros en Venezuela está
de luto, pues perdió a un gran benefactor. Don Florencio sentó las bases más
importantes sobre las cuales descansa el toreo en Venezuela.
Hasta su hija y sus nietos nuestra más sentida
palabra de condolencia. Dolor por la desaparición de un amigo, querido y
admirado, al que como taurino importante que fue me he sentido deudor. Los
aficionados venezolanos están de luto porque ayer murió don Florencio Gómez.
Víctor
José López “El Vito”
(Diario Meridiano,
2 de Enero de 1996).
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