domingo, 15 de agosto de 2021

DEBUT DE LA REJONEADORA ANA BEATRIZ CUCHET EN ACHO

(Por: Rafael Dupouy Gómez)

La gran rejoneadora Ana Beatriz Cuchet, debutando en la Plaza de Toros de Acho, Perú, el 10 de diciembre de 1950, con reses de la ganadería de los Señores José Antonio Dapelo e hijo. Foto y crónica enviada por Miguel Cuchet Cabañas a Florencio Gómez Núñez. (Archivo: Hnos Dupouy Gómez).

En este artículo deseo compartir con los aficionados la crónica taurina publicada en el periódico "La Crónica", de Lima, Perú, el 11 de diciembre de 1950, que nos narra lo acontecido en el debut de la rejoneadora Ana Beatriz Cuchet, hija del magnífico rejoneador español Miguel Cuchet, tan recordado en tierras americanas, muy especialmente, en mi país Venezuela.

Miguel Cuchet, entrañable y consecuente amigo de mi abuelo Florencio Gómez Núñez, le envió por correo la crónica del debut de su querida hija Ana Beatriz en la bicentenaria e histórica Plaza de Toros de Acho, Perú, el 10 de diciembre de 1950. La cariñosa correspondencia dirigida a mi abuelo, incluyó unas fotos de ella actuando en los cosos peruanos de Acho (estrenándose la ganadería de los Sres. José Antonio Dapelo e hijo), Tarma y Trujillo ante reses de la ganadería de "La Viña".

A continuación, la interesante reseña taurina:      

UN ESPECTÁCULO INDEFINIBLE…

El toreo a caballo -toreo a la jineta le llaman muchos tratadistas- es una antiquísima actividad taurina que se pierde -también como dicen algunos- en la noche de los tiempos. Es muy anterior, claro está, al toreo pedestre, habiendo sido éste, en sus orígenes, ayudante de aquél. Luego, pues, el toreo a caballo no es una actividad subalterna, adosada -diría así,- al toreo sino principal y sustantiva.

Hoy mismo, el toreo a caballo -la suerte de picas- es esencial hasta el punto de que sin él carecen de importancia las corridas de toros. El toreo a caballo comenzó con el alanceo, que practicaban gentes muy principales, ayudadas por plebeyos toreros pedestres. Después del alanceo, vino el rejoneo, que se practica en dos estilos: a la lusitana -Mascarenhas, Simao Da Veiga, etc.- y a la andaluza -no confundido con el campero- que practican Pepe Anastasio, el Duque de Pinohermoso, etc. Este último toreo tiene su más empinada representación, su mejor intérprete, en Conchita Cintrón, la bella rejoneadora peruana, magnífica artista del toreo a la jineta y del toreo a pie.

Otra gráfica de la rejoneadora Ana Beatriz Cuchet, debutando en la Plaza de Toros de Acho, Perú, el 10 de diciembre de 1950, con reses de la ganadería de los Señores José Antonio Dapelo e hijo. (Archivo: Hnos Dupouy Gómez).

En los circos -en las Plazas de Toros peruanas- ha surgido una nueva estrella del rejoneo o toreo a la jineta. Se llama Ana Beatriz Cuchet. Está en sus comienzos y éstos son, indudablemente promisorios. Es una estrella en trance ascencional. Hija de un gran artista -de Miguel Cuchet- Ana Beatriz ha heredado de su padre aquel dominio absoluto de la cabalgadura. Amazona llena de maestría, Ana Beatriz conoce los secretos más profundos de la equitación. Y está adentrándose en los del toreo, bajo la segura guía paterna. Ayer la vimos desenvuelta, segura y dominadora. Haciendo los "tercios" de la lidia y llevando, ésta, con precisión. No se excedió en los castigos. Obligó, cuando fue necesario, a la res. Y le pisó los terrenos en varias ocasiones. Todo eso obligó a los aplausos. Y como Ana Beatriz Cuchet y Sanz de Santamaría, además de buena artista, es una chiquilla fina como una Tanagra, bella, graciosa y esbelta, pues no le fue difícil triunfar en su primera actuación profesional en la histórica e historiada Plaza de Acho. Más bien, su triunfo fue fácil. La ayudó a él su gracia y su simpatía. Lo hizo posible hasta el logro, su buen sentido taurino, su indudable valentía, su arte de buena ley.

El novillo que le tocó a Ana Beatriz fue el menos malo del encierro. Mansote para los caballos, fue bueno, empero, para la gente de a pie. Y se creció después de un magnífico par de banderillas, dándole los terrenos de adentro, obligando temerariamente, que le colocó en todo lo alto la bella rejoneadora. Debo decir que todo el tiempo Ana Beatriz obligó y le porfió a su novillo. Y que a otra caballista, de menos dominio y señoreo de la caballería, le habría resultado casi imposible poder clavar, como clavó Ana Beatriz un arponcillo y dos pares de banderillas, que fueron muy ovacionados.

Don FULANO

(Publicado en el periódico "La Crónica", de Lima, Perú, el 11 de diciembre de 1950).

Si desean ampliar la información sobre el rejoneador Miguel Cuchet y su hija Ana Beatriz Cuchet, pueden acceder mediante la siguiente dirección de enlace:

http://historiastaurinas.blogspot.com/2019/07/miguel-cuchet-un-senor-del-rejoneo.html?m=1