(Por: Rafael Dupouy Gómez)
Artículo publicado en la revista taurina "Caireles" Nº 31 de Barcelona (España) en diciembre de 2012.
Dedicado a mis buenos amigos: don
Fernando Claramunt López, don Fernando del Arco de Izco y don Paco Laguna
Menor, grandes admiradores e historiadores de la figura de “Manolete”.
Debut en Venezuela del “Monstruo” de Córdoba, Manuel
Rodríguez Sánchez “Manolete”, en compañía del diestro venezolano Julio Mendoza
y el peruano Alejandro Montani en la Maestranza de Maracay, el 1 de mayo de 1946.
(Foto Archivo Hnos. Dupouy Gómez).
El 29 de agosto, se cumple otro aniversario de la trágica muerte del famoso diestro español Manuel Rodríguez Sánchez
“Manolete”, conocido como el “Monstruo” de Córdoba, uno de los toreros más
grandes que ha dado la historia.
La fatalidad ocurrió aquella tarde
en la Plaza de Toros de Linares, el 28 de agosto de 1947, alternando Manuel
Rodríguez Sánchez “Manolete” con Rafael Vega del los Reyes “Gitanillo de
Triana” y Luis Miguel Dominguín.
Se lidiaron seis toros de don Eduardo
Miura, correspondiéndole a “Manolete” la lidia del quinto de la tarde de nombre
“Islero”, nacido del vientre de la vaca “Islera”, cuya cabeza disecada se
encuentra actualmente expuesta en el Museo Taurino de la Plaza de Toros de la
Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
“Islero”, marcado con el número 21,
astifino de pitones, negro entrepelado, provocó la cornada mortal del diestro
cordobés al penetrarle el pitón en el muslo derecho, destrozándole el Triángulo
de Scarpa, al mismo tiempo que “Manolete” le introducía el estoque consiguiendo
una soberbia estocada después de perfilarse para entrar a matar con pasmosa serenidad,
valentía y entrega total. Su triste desenlace fatal, es ampliamente conocido
por los críticos, historiadores y aficionados taurinos, desatándose una gran
polémica en torno a su muerte, atribuyéndola a varias causas, entre ellas, al
mal empleo de una transfusión de sangre que le provocó, al famoso torero, una
reacción adversa precipitándole la muerte.
“Manolete”, falleció a las cinco de
la mañana, el 29 de agosto de 1947. España entera y el mundo de los toros lloró
la muerte de su ídolo, bajo una profunda conmoción. Una impresionante multitud
paseó a hombros los restos mortales del cuarto “Califa de Córdoba”, Manuel Rodríguez
Sánchez “Manolete”.
EL DEBUT DE “MANOLETE” EN VENEZUELA
Manuel
Rodríguez Sánchez “Manolete”, toreó en Venezuela dos corridas de toros en la
Maestranza de Maracay, los días 1 y 12 de mayo de 1946 y un festival benéfico
en el Nuevo Circo de Caracas, el 19 de mayo de ese mismo año. Estas fueron sus
únicas presentaciones en Venezuela.
“Manolete”,
debutó en Venezuela presentándose en la Maestranza de Maracay, el 1 de mayo de
1946. La Organización Gago lo presentó, la primera tarde, alternando con el
venezolano Julio Mendoza Palma y el diestro peruano Alejandro Montani con toros
de “Guayabita”.
El
toro de nombre “Naranjito”, negro, marcado con el número 316, segundo de la
tarde, fue el primer enemigo con el que debutó “Manolete” en Venezuela, quien
vestía un precioso traje rosa y oro.
El cronista taurino Guillermo Austria
“Chavalo”, describió así el sensacional momento vivido en Maracay (Venezuela)
con el debut de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” que tanta expectación y emoción
despertó en la afición:
“El prodigioso cordobés saluda al
guayabitero con cuatro verónicas para las cuales habría de inventar una
adjetivación especial. Sin aspavientos ni contorsionismos, aquellos lances
fueron simplemente soberanos, mandones, pletóricos de gracia, serenidad y arte,
rematados luego con la ya célebre media verónica de su exclusiva propiedad, por
la manera nunca sospechada con que el “Monstruo” la realiza. Otras dos
verónicas, una revolera y repetición de su inverosímil media verónica
integraron su labor del primer quite, dejando en el ambiente una sensación de
grandeza indiscutible.
Brinda desde los medios y comienza
la sensacional faena de muleta con pases por alto y por bajos ayudados que
dejan a la clientela desconcertada, asombrada, convulsa de una sensación jamás
sentida ante semejante prodigio de serenidad y mandonería. La muleta en manos
de “Manolete” tiene vuelos inaugurales. Todos creíamos que lo que hizo no se
podía ver nunca. Se acerca, se arrima y luego se pega del toro con el mismo
desenfado de una vaca.
Con dibujados naturales y tiránicos
derechazos, se fajaba inverosímilmente el toro, alrededor. Las manoletinas,
primorosa suerte de su invención, prendieron en el ambiente de la plaza la
somnolencia embriagadora de un perfume, y otra serie de naturales, dados ahora
con una exclusiva forma avasallante de correr la mano mirando a los tendidos,
vertió más sobre el ruedo el vértigo del público hecho clamor de emocionado
vocerío.
El hecho de haber tenido necesidad
de recurrir al descabello después del espadazo que “sopló” al final, negó la
posibilidad de adquirir en este toro algún simbólico trofeo. Pero ahí ha
quedado, y de manera indeleble en la memoria de cuantos le vimos, la
fantasmagoría real de todas sus faenas. La ausencia del galardón no afecta al
mérito”.
En
el quinto de la tarde, segundo de “Manolete”, el famoso diestro cordobés lo toreó
primorosamente de capa pegándole al toro cuatro verónicas antológicas. Con la
muleta ejecutó variados pases con ambas manos que fueron muy ovacionados. Entró
a matar con decisión saliendo lastimado en el encuentro, recibiendo un pequeño varetazo
en el estómago, siendo inmediatamente conducido hacia la enfermería de la plaza
donde el eminente doctor José “Pepe” Izquierdo le realizó una adecuada cura y
tratamiento. Al toro que no pudo matar “Manolete” por el pequeño percance
recibido, lo despachó el venezolano Julio Mendoza habilidosamente con la
puntilla.
El
12 de mayo de 1946, se volvió a presentar en la Maestranza de Maracay “Manolete”
en un mano a mano con el diestro mexicano Carlos Arruza, actuando como
sobresaliente el novillero venezolano Oscar Martínez. Llovió mucho ese día,
pero los allí presentes pudieron ver enfrentarse a los dos colosos de la
torería contemporánea.
“Manolete”,
vestía traje de obispo y oro, mientras que su gran amigo el mexicano Carlos
Arruza, llevaba puesto un traje tabaco y plata aquella tarde. El crítico
taurino Guillermo Austria “Chavalo”, nos describe la actuación de “Manolete” y
Arruza, el día de la histórica tarde del mano a mano:
“Aquellas verónicas de “Manolete”, aquellos
sus naturales sus “manoletinas”, su pase de trinchera, los de pecho, en fin
todo lo que en cantidad y calidad nos hizo, ante nuestros ojos aparecían como cosas
nunca vistas. Como si fueran de estreno. Nos traían una sensación nueva. Un
enervamiento desconocido hasta ahora. El extracto era el mismo pero distinto su
perfume. Aquello era el zumo de mil flores del jardín de las delicias, del
huerto de las maravillas. Nada lograríamos con intentar reseñarlo. Aquello era
indescriptible. Fue inefable. Una oreja en uno y dos orejas en otro, total:
tres orejas. Pero en realidad la cosa ha debido ser de esta manera: dos en el
primero y en el quinto, las dos, el rabo y una pata, pero el Técnico no supo
corresponder con entera justicia. Aquel quinto toro de “Manolete” merecía todos
los honores habidos y por haber”.
Aquellos tres escalofriantes faroles de
rodillas con que Carlos Arruza saludó al sexto guayabitero de la tarde. Cuando
el bizarro y temerario azteca dejó su posición de hinojos, en toda la plaza
había un mareante olor a cloroformo. En todas las absortas pupilas la visión
del “hule” humedeció los ojos de la tragedia. También como “Manolete” fue
víctima de la “pichirrería” del Técnico, y solo se llevó al final de la
triunfal jornada, cuatro orejas y un rabito, como si aquellos quinto y sexto
toros no tuvieran patas que cortar. En hombros de una multitud más
que entusiasmada, enardecida, salieron por las calles de la ciudad afortunada
este par de colosos de la torería, después de haber dado cada uno a mares lo
que tienen: el poder y la fuerza”.
Posteriormente,
“Manolete” se volvió a presentar, el 19 de mayo de 1946 en un festival taurino a
beneficio de la Campaña Nacional de Alfabetización, realizado en el Nuevo Circo
de Caracas, con toros de “Guayabita”, alternado con Julio Mendoza, Rafael Vega
de los Reyes “Gitanillo de Triana” y los hermanos venezolanos, Oscar y Ricardo
Martínez. En ese festival se despidió “Manolete” de la afición venezolana y del
público de América.
“MANOLETE” Y
ARRUZA VISITARON A FLORENCIO GÓMEZ NÚÑEZ
En
mayo de 1946, Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” y el torero mexicano, Carlos
Arruza, durante su estadía en Maracay, visitaron a mi abuelo Florencio Gómez
Núñez en su quinta “La Macarena”. Ambos vinieron acompañados de sus apoderados.
“Manolete”, en compañía de José Flores “Camará”, muy amigo de mi abuelo, al que
conoció desde que se inició en el mundo del toro, primero como torero y después
como apoderado y Carlos Arruza con Andrés Gago, quien también contaba con la
amistad de mi abuelo, siendo un gran empresario sumamente atento y cordial.
Recordaba
mi abuelo Florencio: “Gratamente recibí
la visita de “Manolete” y Arruza con sus respectivos apoderados junto con mi
señora Elena y mis pequeños hijos, Rosa Elena y Florencio Vicente Gómez Arráiz.
Al llegar los toreros y bajar del coche, los saludamos cariñosamente y los
invitamos a pasar a la casa que fue diseñada por mi amigo Carlos Raúl
Villanueva, considerado como el mejor arquitecto venezolano de todos los
tiempos, siendo también el artífice de la Plaza de Toros Maestranza de Maracay
que le encomendamos construir y que fue inaugurada, el 20 de enero de 1933.
Ocurrió una anécdota muy curiosa con la
visita de “Manolete”, porque nosotros teníamos en la casa, dos perros de raza
Boxer, muy fuertes y bravos, a los que la mayoría de las personas que visitaban
la casa les tenían mucho cuidado y respeto. “Manolete”, llevaba elegantemente
su chaqueta puesta por los hombros y después de ver a los dos perros merodeando
bastante cerca de él, muy inquieto, se dirigió a nosotros, diciéndonos:
“¡A
estos perros, yo les tengo mucho más miedo que a los toros!”.
Finalmente, todos nos echamos a reír,
después de aquel comentario que “Manolete” manifestó, demostrándonos el pánico
que tenía ante los perros. Estuvimos conversando largo rato en un salón de la
casa, donde todavía conservo el juego de recibo donde se sentaron “El Monstruo”
cordobés y “El Ciclón” mexicano, junto a sus apoderados”.
Durante su estadía en
Venezuela, “Manolete” y Arruza, estamparon su firma autógrafa con una bonita
dedicatoria a mi abuelo Florencio en su álbum taurino, donde también aparecen
las expresiones de amistad y cariño de grandes figuras del toreo que conoció a
lo largo de los años, desde la fecha inaugural de la Plaza de Toros de Maracay
en 1933.
“Manolete”, fue un torero excepcional, tenía una gran personalidad y prestancia en la plaza. Así lo recordaba con añoranza mi abuelo Florencio Gómez Núñez:
“Mi
impresión sobre “Manolete”, es la que nos ha causado a todos los taurinos. Yo
lo califiqué siempre como una figura única, fuera de todos los grupos y
escuelas taurinas tradicionales. "Manolete" fue un torero magnífico
porque lidiaba de igual manera a todos los toros y a todos los toros les hacía
faena. ¡Qué difícil era lograr eso! Ese ha sido, indiscutiblemente, el gran
mérito de "Manolete", que no se puso él a tono con los toros, sino
que puso a los toros a tono con él. Yo creo que "Manolete" ha sido el
torero con más valor de verdad que ha tenido el toreo. Le imprimía, con su
carácter serio y sobrio, un sentido de solemnidad a lo que hacía, mostrando una
verticalidad y una quietud asombrosa ante la cara de los toros. Era una
constante en “Manolete”, la seguridad, verdad y decisión al ejecutar la suerte
suprema.
Para mí ha sido un caso excepcional
en el toreo. Toda persona o aficionado que recuerde alguna faena de Manuel
Rodríguez Sánchez “Manolete”, no podrá olvidar nunca en su vida a esta gran
figura del toreo y lo que significó para la Fiesta Brava”.
Rafael Dupouy Gómez ante la hermosa estatua de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, titulada “Su último brindis”, obra realizada por el gran escultor madrileño Emilio Laiz Campos que se encuentra en la Plaza de Toros Maestranza “César Girón” de la ciudad de Maracay, Venezuela. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
He
querido al final de este artículo de recuerdo a “Manolete” en el aniversario de su muerte, incluir la composición de un video donde se puede
escuchar el poema “A LA MEMORIA DE MANOLETE” de Adriano del Valle con fotos del
desaparecido diestro cordobés y la magnífica interpretación del gran recitador español
José González Marín, uno de los mejores intérpretes de la poesía española.
Visitó Venezuela logrando un éxito rotundo en sus presentaciones. Mi abuelo
Florencio Gómez Núñez, gozó de su amistad y admiración, conservando sus discos.
En junio de 1936, durante una
presentación de González Marín y Pastora Imperio en el Teatro de “La Zarzuela” de
Madrid, el famoso recitador, después de finalizar su actuación, invitó a mi
abuelo Florencio a una recepción privada, teniendo el cordial y amable gusto de
presentarle personalmente al gran poeta y dramaturgo español Federico García
Lorca.
Puede disfrutar el video con el poema: A la memoria de "Manolete".
El recuerdo de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, permanece siempre vivo con el paso de los años, porque fue un gran hombre, digno representante
de su raza por su arte, valor y torería. ¡Paz a su alma en su
Córdoba querida!
Rafael Dupouy Gómez